El nuevo milenio probablemente no se parece mucho a lo que las películas de ciencia ficción pretendían mostrar a mediados del siglo XX. Llegó el año 2000 y aunque no hubo ningún efecto ni nos invadieron los robots, la vida de todos nosotros comenzó a cambiar despacio, sin prisa, sin apenas darnos cuenta. Conceptos como Facebook, blogger, smartphones, apps, hashtags… probablemente ninguno de nosotros los conocía hace una década y hoy forman parte de nuestro diccionario diario. Hablamos de ellos, los utilizamos y, siendo sinceros, ya no podríamos vivir sin el mundo 2.0 que nos rodea.
Pero, ¿sabes cómo puede afectar esta nueva corriente a nuestra salud? ¿Eres consciente del impacto de las redes sociales, con Facebook por bandera, en nuestra vida y en nuestro estado físico y mental?
Hoy trataremos de analizar esta situación y comprender el alcance real de las redes sociales en nuestros días… y en nuestra salud.
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¿Sabías que Google recibae más de 4 millones de búsquedas en un minuto? ¿O que Amazon vende 83.000 dólares en el mismo tiempo? ¿Sabes que al actualizar tu estado en Facebook, casi 2 millones y medio de personas lo han hecho a la vez? Que Internet mueve el mundo es algo que cada vez es más evidente. Las redes sociales tienen una fuerte presencia en nuestras vidas y el ecommerce se alza como uno de los canales de ventas más importantes.
Rozando los 1.600 millones de usuarios al inicio del año 2016, Facebook es la red social más importante de la actualidad, sin perder de vista otras en creciente auge como Twitter o Instagram.
En el VI Estudio sobre Redes Sociales de IAB España, se demostró que más de 14 millones de personas en nuestro país son usuarios activos de las RRSS. Entre ellas, Facebook es la más habitual, seguida por los vídeos de Youtube, los micromensajes de Twitter , la siempre bien posicionada Google+, la profesional Linkedin, la visual Instagram o la musical Spotify.
Sin embargo, estos datos cambian si hablamos de frecuencia de conexión. El primer puesto vuelve a ser para Facebook, pero el segundo y tercer lugar del podio se lo llevan Twitter e Instagram respectivamente.
¿Cuánto tiempo pasamos de media en ellas?
En 2014, el tiempo medio por usuario en Facebook fue de 39 minutos diarios. Spotify se colocó en segunda posición con 32 minutos, Youtube con 31, Twitter con 27 e Instagram con 25 minutos de conexión por usuario y día.
El estudio de IAB también nos habla de las principales horas de conexión y, curiosamente, están condicionadas según el dispositivo a través del cual establecemos la conexión:
El PC, a media tarde
Las conexiones desde ordenador de sobremesa u ordenador portátil suelen alcanzar su punto más alto a media tarde. La hora de la merienda o la llegada tras el trabajo pueden ser los condicionantes principales que incrementan las conexiones a partir de las 17.00pm.
El móvil, 24 horas activo
Si algo tienen los smartphones, es que nos permiten aprovechar cualquier pausa, cualquier hueco para conectarnos a nuestras redes sociales, por ello, las conexiones desde el móvil se realizan repartidas a lo largo de todo el día.
La tablet, para la noche
Por su parte, la tablet la reservamos para la franja nocturna, el compañero ideal mientras vemos la televisión o simplemente descansamos en la cama o el sofá.
Como su propio nombre indica, el contenido «social» es el más demandado de estas plataformas. Ver qué hacen nuestros amigos, interactuar con ellos y publicar nuestras propias fotos y estados es lo que más nos gusta hacer en Facebook y compañía, sin olvidar la importancia creciente de los vídeos y música, leer noticias, jugar e incluso participar en concursos. Los contenidos multimedia son un reclamo fantástico para los internautas.
Ya hemos visto el impresionante impacto de las redes sociales en nuestro día a día. De hecho, una persona que utilice Facebook, Twitter e Instagram con el uso medio analizado anteriormente, pasaría en torno 553 horas al año navegando por ellas. O dicho de otro modo, 23 días completos de nuestro año destinados solo a las redes sociales. Impresionado, ¿verdad?
Evidentemente, estos apabullantes datos pueden (y deben) tener un impacto directo sobre nuestra salud. No se trata solo de un cambio de hábitos, de rutina o de gustos. No se trata de una simple afición. Detrás hay un problema que puede tener una incidencia directa y preocupante sobre nuestra vida si escapa a nuestro control y, por ende, sobre nuestra salud.
No hace falta ser un genio para ver el primer trasfondo que esconden las redes sociales. La típica escena de un grupo de amigos reunido que solo hablan a través de su móvil es por desgracia un reflejo cómico de hacia donde avanza la sociedad. Sociedades cada vez más individualizadas, individuos menos sociales, personas que cambian un café o una tertulia en primera persona por una conversación a través de una pantalla.
¿Qué ocurrirá si no frenamos esto a tiempo? Las relaciones sociales están experimentando un cambio brutal debido a la alta presencia de las redes sociales y la tecnología en nuestras vidas. El propio Eduard Punset lo antició hace casi 6 años en su blog de referencia: «Algo está cambiando en el modo de relacionarnos […] El entramado social será distinto».
Solemos bromear con el hecho de que estamos enganchados a Internet en general y a las redes sociales en particular, pero… ¿es un tema sobre el que debemos reírnos? Aunque hay que ponerle siempre humor a la vida, Internet es más peligroso de lo que puede parecer para nuestra salud mental. Recientes estadísticas aseguran que cogemos el móvil y lo consultamos con una frecuencia media de 150 veces al día. ¿No es esta la mayor prueba de dependencia?
Cualquier tipo de dependencia o adicción es muy peligrosa, sea de la tipología que sea. No solo el alcohol o las drogas representan un riesgo para la salud, también las redes sociales tienen consecuencias sobre nuestra salud mental y cada vez más son motivo de visita a consultas de psicología. ¿En qué puede desembocar una dependencia a Facebook?
No saber diferenciar entre nuestra vida normal y nuestra vida online puede acarrear graves trastornos de personalidad. Problemas de identidad, cambios de personalidad o «creernos» el personaje que algunos distorsionan sobre sí mismos en las redes. Aprender a relacionarnos a través de una pantalla y olvidarnos de las relaciones personales es un problema más grave de lo que se piensa, llevando al individuo a un estado de soledad permanente.
La ansiedad es otro de los problemas psicológicos derivados de cualquier tipo de dependencia. No somos capaces de salir a la calle sin nuestro teléfono o incluso dejarlo cargando lejos de nosotros. Nos genera ansiedad, inseguridad, falta de control sobre nosotros mismos. No sabemos vivir sin la tecnología y esto nos pasa factura a corto plazo.
Más datos: en un estudio realizado por Mequedouno, el 37% de los encuestados reconocieron tener ansiedad ante la idea de quedarse sin batería y un 53% necesita usarlo antes de dormir. Pero el peor dato es ese 18% que reconoce que preferiría renunciar a su familia durante un mes antes que renunciar a su smartphone. ¿Necesitas más razones por las que la dependencia a la tecnología puede llegar a ser muy peligrosa?
Pero además de pasarnos factura psicológicamente, la dependencia a Facebook o a cualquier tipo de cuestión relacionada, también tiene efectos físicos que podemos empezar a notar en el corto plazo.
El dolor de vista es el primer síntoma causado por la luz artificial de las pantallas. Si trabajas en una oficina o frente al ordenador, en tu tiempo libre deberías descansar la vista y optar por actividades al aire libre. De hecho, ya tiene nombre propio, «Síndrome visual del ordenador» que acarrea picor de ojos, problemas de visión, fatiga visual, etc. Si has notado que has comenzado a tener un empeoramiento de la visión, también se puede deber a una sobreexposición a los ordenadores, tablets y móvil. Cambia de rutina antes de que sea tarde.
Comúnmente, a este dolor de vista le acompaña un dolor de cabeza pulsátil y bastante frecuente. La fatiga ocular desemboca en dolores de cabeza que pueden incluso volverse crónicos si no detectamos a tiempo la causa. Cuando comience a doler, apaga el móvil, desenchufa el ordenador y sal a dar un paseo. Notarás un alivio inmediato.
Si utilizas las redes sociales e Internet especialmente a través del ordenador, otro de los problemas físicos que pueden aparecer son los dolores musculares por una postura incorrecta durante un tiempo prolongado. A medio plazo, puedes sufrir además tendinitis, lumbalgia y dolor de cuello.
Pasar demasiado tiempo en Facebook también nos convierte en personas más sedentarias. No vamos a entrar a hablar en el aumento de peso que esto nos puede acarrear, ya que al estar sentados durante demasiado tiempo se producirán irremediablemente otros problemas más graves, como problemas de circulación, varices o riesgos de trombosis. Chequea tu salud y si el médico detecta problemas de circulación, combina tu trabajo frente al ordenador con ejercicio. La excusa de no tener tiempo no sirve: dedícale menos a las redes sociales y más a ti.
Por último, el insomnio es otro de los problemas de salud asociados al uso del móvil durante la noche. El tipo de luz que emiten las pantallas envía a nuestro cerebro la señal de que todavía es pronto para dormir, provocándonos problemas para conciliar el sueño y por tanto, más cansancio durante el día si tenemos que madrugar. Además, dormir con el móvil al lado no es buena idea.
¿Sabes lo peligroso que es dormir con el móvil en la mesita de noche?
La desinformación en la era de la información
Creemos que lo sabemos todo. Y si no, ahí está Google para despejar todas nuestras dudas. Sin embargo, tendemos a creer a pies juntillas todo lo que esté escrito en Internet sin comprobar si las fuentes son fiables o se trata solo de un vendedor más de humo que se esconde tras la pantalla. Esto adquiere un cariz más importante cuando lo que consultamos en buscadores es relativo a nuestra salud. Tratar de autodiagnosticarnos simplemente con lo que diga Internet o medicarnos sin supervisión médica es un problema real de nuestros días que nos puede traer graves consecuencias.
Está bien tratar de informarnos o conocer más sobre un tema que nos preocupa, pero recuerda que en cuestión de tratamientos de salud, siempre debes estar bajo la tutela de un doctor que estudie tu caso concreto.
Facebook y otras redes sociales son un invento maravilloso si lo controlamos de manera correcta. Además de todos los problemas vistos anteriormente, hay un problema añadido que debemos vigilar de cerca: nuestra seguridad online. Controlar la privacidad de lo que publicamos y agregar solamente a personas que conozcamos bien. Los adultos debemos tener cuidado, pero especialmente con la presencia de menores en Facebook.
No dar datos sobre los niños (horarios, colegio al que acuden, etc) o no publicar fotos sobre ellos son las medidas que los adultos podemos tomar en su nombre. En la medida de lo posible, tenemos que evitar que los menores accedan a estas redes sociales. Pero siendo realistas, cuando el niño llega a cierta edad, no podemos prohibirles que se registren en ellas. En este caso, debemos alertarles de los peligros de Internet, vigilar su actividad en las redes y medir el tiempo que pasan en Facebook y compañía para evitar que caigan en las dependencias que antes hemos analizado.
Aplica a Facebook y las redes sociales cualquier indicación que tendrías en cuenta en tu vida offline: no hablar con desconocidos, no dar datos personales, no publicar aquello que no quieras que se sepa y desconfiar. Más vale prevenir que curar. Es curioso que esto se suele recomendar a los niños, pero no lo ponemos en práctica los adultos: recuerda, tú también eres vulnerable cuando estás en Internet.
Tanto si tu caso es extremista como si simplemente notas una dependencia pequeña a Facebook e Internet en general, te damos algunos consejos para reducir el tiempo en nuestra vida que le dedicamos a esto y que vuelva a convertirse en lo que era en un primer momento: un simple hobby.
- Quédate solo con aquellas redes sociales que realmente utilices: Facebook, Twitter, Instagram, Pinterest, Google+, Youtube, Tuenti, Tumblr, Badoo… ¿De verdad utilizas todas? Elige un máximo de 2 o 3 y borra tu cuenta de las demás. Seguirás conectado pero gastarás menos tiempo en ellas.
- Dosifica tu tiempo: Sé responsable y establece límites razonables. Si te gusta navegar por Internet, no debes renunciar a ello, pero no dejes de hacer otros planes por estar frente a la pantalla.
- Aprende a diferenciar tu yo virtual de yo real: En Internet todos somos amigos, pero en la vida real, la cosa cambia. Aprende a distinguir las relaciones de uno y otro bando y presta también atención a tu propia personalidad.
- Actividades fuera de casa, para niños y mayores: Es normal que un día no tengas ganas de salir y prefieras estar tranquilo en casa jugando o navegando por Internet. Pero el problema viene cuando prefieres hablar con alguien por el móvil y evitas quedar para tomar un café «de los de siempre». Ha llegado el momento de plantearte si tu forma de relacionarte no está avanzando de forma negativa. Para «desintoxicarte» de las redes sociales, planea actividades que te gusten con tu pareja, tus amigos o tu familia: salir de compras, ir al cine, una excursión por el campo, una jornada de playa o simplemente un paseo por el parque o por la ciudad. Haz que los niños también disfruten con ello.
- El día sin Facebook: Planea en tu calendario un día a la semana sin Facebook ni redes sociales. La mayoría de la gente que lo hace, elige el domingo, día que también aprovecha para apagar el móvil.
- Pide consejo profesional si lo necesitas: Acudir a un psicólogo o a cualquier tipo de terapia es algo que nunca debe darnos miedo o echarnos para atrás. No hay ningún problema en reconocer que existe algo que no va bien en nuestra vida y si notas dependencia hacia las redes sociales, es mejor ponerle solución a tiempo.