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¿Qué es la fatiga cognitiva y cómo tratarla?

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¿Qué es la fatiga cognitiva y cómo tratarla?

Si sientes que cada tarea te cuesta un poco más, es probable que estés pasando por una etapa de fatiga cognitiva. Aunque no te des cuenta en estos días tienes más actividades que realizar, incluyendo las de prevención y desinfección de tu hogar o lugar de trabajo. La suma de actividades genera cansancio mental y físico, que si no es tratado a tiempo puede llevar a la fatiga cognitiva.

Muchas personas piensan si dicho cansancio no se debe a estar mucho tiempo encerrados. Puesto que al realizar las mismas tareas que realizaba antes se sienten exhaustos. Si es así, puede ser que con el tiempo nos sintamos mejor. Esto no es así, sentir fatiga cognitiva nos indica que debemos realizar algunos cambios de hábitos y de manera urgente.

Fatiga cognitiva

¿Qué es la fatiga cognitiva?

Se llama fatiga cognitiva al esfuerzo excesivo realizado por la mente durante un período prolongado. Pasar un período de estrés por mucho tiempo puede llevar a un nivel de cansancio mental que puede provocar agotamiento. Dando señales de fatiga mental y física ante tareas que la misma persona podía realizarlas hasta sin notar su esfuerzo.

El enlentecimiento o sensación de embotamiento frente a situaciones comunes que enfrentamos diariamente también puede afectar nuestras relaciones personales y laborales. Este estado influye en nuestra salud física y emocional.

¿Qué produce la fatiga cognitiva?

Aunque pensemos que durante la cuarentena nos quedamos más tiempo en nuestras casas, porque no tuvimos que trasladarnos al trabajo, ni llevar los niños a la escuela, estamos equivocados.

Si contamos con la gran posibilidad de poder trabajar desde nuestro hogar en modo teletrabajo, también tuvimos que ayudar a los niños en sus horas de clases virtuales. Las horas de trabajo y descanso no están del todo claras y se transforman en una carga mayor a la que teníamos antes.

Como las fronteras no están claras también las redes sociales y otros entretenimientos se entremezclan generando que no descansemos adecuadamente, sino que trabajemos durante más horas.

Por otro lado, mientras luchamos con la tecnología para ser más eficientes en nuestro trabajo y en las aulas virtuales, también tenemos que “soportar” mentalmente los miedos de contraer la enfermedad o transmitirlas a las personas que más queremos.

Según Freud, es posible que una persona en su vida se deba enfrentar a tres de sus miedos más profundos: miedo a enfermarse y morir, a catástrofes naturales y a relaciones interpersonales donde se los excluya. Durante la pandemia del coronavirus se dan estos tres tipos de miedos al mismo tiempo.

Entonces, es cuando se despierta en nuestro cerebro el mayor sistema de alerta que es la ansiedad. Esta nos permite estar atentos y poder ser eficientes ante una situación de incertidumbre. Como esto ocurre desde hace meses, el estrés mental y físico nos puede desgastar.

Fatiga cognitiva

Sumado a los cambios de rutina, las actividades se multiplicaron en cuanto a limpieza y desinfección. Especialmente si somos los designados a realizar las compras, donde debemos tener claro todo el protocolo sanitario.

La exigencia a nuestra mente aumentó considerablemente, provocando que una disminución importante de nuestro nivel de concentración y procesamiento.

¿Cómo nos afecta la fatiga cognitiva en nuestro día a día?

La sensación de letargo es uno de sus síntomas más claros y visibles. Otro de ellos es la pérdida de efectividad. La misma tarea que hacíamos hace unos meses en una hora, ahora nos lleva el doble de tiempo.

El agotamiento que se siente es tan fuerte que puede llevar a la frustración cuando sentimos que el día no nos alcanzó, porque somos menos eficientes. Sentimos que nuestra capacidad de realizar multitareas en nuestro hogar y trabajo disminuyó notablemente.

Además de sentirnos exhaustos al finalizar el día, tenemos la sensación de no haber hecho nada. Este razonamiento es el que a la larga nos lleva a pensamientos que pueden afectar nuestra autoestima.

Las rutinas nos aportan estabilidad y anticipación. Dos elementos que nos ayudan a sentirnos seguros. Al cambiar rotundamente nuestras actividades también nos genera una inseguridad que exige más esfuerzos mentales y físicos que debemos soportar.

En definitiva, la fatiga cognitiva puede hacer que perdamos el interés o motivación y atención al realizar las actividades de nuestro día a día. Afectando directamente nuestra vida social, laboral y personal.

Mentalmente, podemos notar que nuestra memoria se desvanece, que no alcanzamos a descansar adecuadamente cuando dormimos y pasar por sentimientos de angustia frecuentemente. Físicamente podemos llegar a sentir dolor de cabeza o molestias en los músculos o estar más propensos a desarrollar enfermedades.

fatiga cognitiva

¿Cómo tratar a la fatiga cognitiva?

La clave para recuperarnos o evitar pasar por la fatiga cognitiva se encuentra en la reorganización de los hábitos. Tratando de retomar el balance entre los tres ejes más importantes de nuestra vida: descanso, actividad física y alimentación. Si fallamos en algunos de estos pilares comenzaremos un ciclo de fallos que será difícil evitar.

Descanso

Es importante tener rutinas de sueño nocturno y crear espacios de descansos durante el día, en los cuales podemos incluir algún hobby o entretenimiento. Para lograr un descanso reparador puedes recurrir a la relajación. La práctica de yoga y otros métodos de relajación te ayudarán a concentrarte, reducir la ansiedad y lograr estabilidad emocional.

La vista es otro sentido que también puede verse afectado en este período por el exceso de trabajo y clases virtuales.

En el siguiente artículo te contamos: Cómo descansar la vista, fatiga ocular o astenopia.

Toma la decisión de hacer

Nuestra mente parece no dormir. Durante todo el día y la noche nos agobia con pensamientos de preocupación y angustia. En estos casos la acción es la mejor manera de alejar esos pensamientos de nuestra mente.

Si nos atacan antes de dormir, anota todo lo que pienses y trata de descansar lo más tranquila posible. Cuando despertamos repasamos todo lo anotado y si es necesario lo conversamos con alguien de nuestra confianza.

Distanciamiento social

En este punto se debe tener mucho cuidado, porque todo ser humano necesita relacionarse con los demás para su salud mental y física. Entonces, cuando se habla de distanciamiento social no se trata de distanciamiento afectivo. Llama a las personas afectivamente más cercanas con frecuencia. Estas comunicaciones fluidas con los demás permitirán estabilizar tus emociones aliviando la fatiga cognitiva.

Lo más importante es detectar y entender que estamos pasando por una etapa de fatiga cognitiva y comenzar a tomar las precauciones para reducirla. Es posible que no veas resultados de un día para otro, pero ten la seguridad de que un cambio de hábitos sostenido en el tiempo hará que te sientas mejor.