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Combatir la hipertensión con la alimentación: la Dieta DASH

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Combatir la hipertensión con la alimentación: la Dieta DASH
Dieta dash para reducir la hipertension

Habitualmente pensamos que las dietas solo sirven para adelgazar. Nada más lejos de la realidad, seguro que más de uno de los que estáis leyendo esto os sentís identificados con el tema del que queremos hablar hoy. Muchas personas llevan a cabo una dieta de por vida no por algún asunto estético, si no por salud. Los médicos, además de recetar medicamentos, también aconsejan y prescriben rutinas alimentarias que tienen mucho que decir sobre nuestra salud.

Somos los que comemos y, si le damos a nuestro cuerpo la gasolina equivocada, podemos tener consecuencias fatales. Conocer nuestras necesidades a la hora de alimentarnos es la mejor manera de garantizar una vida larga y sana.

En este sentido, una de las dietas más conocidas es la Dieta DASH (Dietary Approach to Stop Hypertension), que nos ayudará a controlar y reducir la hipertensión.

¿En qué consiste la Dieta DASH?

La hipertensión afecta a 1 de cada 3 adultos, cifra que nos indica que está mucho más presente de lo que pensamos. Este trastorno no debe pasarse por alto ni restarle importancia, ya que sus consecuencias pueden ser muy graves: daños al corazón, al cerebro o a los riñones y, en el peor de los casos, la muerte.

Si sufres hipertensión, debes concienciarte de la importancia de llevar una dieta adecuada para conseguir bajarla lo máximo posible. La Dieta DASH no se basa solo en reducir la sal de las comidas: es una dieta rica en fibra, magnesio, potasio, fitoquímicos y calcio, a la vez que limita el consumo de grasas.

Aparte de reducir considerablemente el consumo de sal, también debes cuidar tu alimentación si tienes hipertensión
Aparte de reducir considerablemente el consumo de sal, también debes cuidar tu alimentación si tienes hipertensión

¿Cuáles son los alimentos permitidos en la Dieta DASH?

Leche semidesnatada o desnatada: Si tenemos hipertensión, nunca debemos tomar leche entera ya que tiene un mayor nivel de grasas que podemos reducir con el sencillo gesto de comprar leche semi o desnatada. Si necesitas complementos como alguna vitamina, calcio o ácido fólico, actualmente casi todas las marcas tienen leche semidesnatada o desnatada enriquecida con ellos.

Queso bajo en grasas: En esta categoría entrarían el queso fresco y los quesos desnatados. Para hacer correctamente la Dieta DASH, es muy importante que los lácteos que tomes sean bajos en grasas.

Carnes magras: Eliminar la carne de tu Dieta DASH sería un error, pero debes saber muy bien cuál eliges. Las mejores si tienes la tensión alta son el conejo, el pavo o el pollo.

Pescado blanco y azul: Una buena dieta es aquella que está equilibrada y en la que se incluyen todo tipo de alimentos. No olvides el pescado, en tu caso, pescados como el atún, el lenguado o el rapé serán tus mejores aliados. El salmón también es un buen amigo para bajar la hipertensión, pero nunca lo tomes ahumado, mejor fresco.

Frutas: Cualquier tipo de fruta fresca combina a la perfección con la Dieta DASH: manzana, pera, sandía, melón, fresas, kiwi, plátano…

Frutos secos: En más de una ocasión te hemos hablado de los beneficios de los frutos secos. En el asunto de la hipertensión no se quedan atrás y las nueces y almendras vuelven a aparecer como los principales aliados de la Dieta DASH.

Legumbres: Las legumbres son uno de los mejores platos que puedes poner en la mesa al mediodía. Los garbanzos, las judías blancas y las lentejas también ayudan a bajar la tensión arterial.

Verduras: Al igual que ocurre con la fruta, las verduras siempre parecen estar bien indicadas para cualquier tipo de dieta. Una buena ensalada con tomate, lechuga y zanahoria o un plato de berenjenas, espinacas o alcachofas están permitidos en la Dieta DASH.

¿Cuáles son los alimentos prohibidos en la Dieta DASH?

En relación a todo lo expuesto anteriormente, los alimentos prohibidos en la Dieta DASH incluyen la leche entera, los quesos grasos, la mantequilla con sal, los frutos secos salados, la bollería industrial, los embutidos como el chorizo o la mortadela, el bacon, los patés, las aceitunas, las carnes grasas como el cerdo o el cordero, los pescados ahumados como el bacalao o el salmón y los precocinados.