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¿Es posible prevenir una intoxicación alimentaria?

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¿Es posible prevenir una intoxicación alimentaria?

Las intoxicaciones alimentarias están a la orden del día, lamentablemente. No revisar la fecha de caducidad de los alimentos, cocinarlos mal o no saber qué podemos congelar y por cuánto tiempo son algunos de los errores más comunes que nos pueden llevar a sufrir este problema. Porque sí, es cierto que es posible prevenir una intoxicación alimentaria, pero muchas veces ignoramos cómo hacerlo o, simplemente, no le prestamos la atención que merece.

Por ello, en nuestro artículo de hoy queremos darte toda la información que necesitas sobre este tema. Queremos que conozcas qué es una intoxicación alimentaria, qué consecuencias puede tener y cuáles son los gestos que te ayudarán a prevenirla.

Cuidar lo que comes no solo es importante: también cómo lo comes, cuándo lo comes y qué proceso ha seguido. Todo esto puede afectar de forma positiva o negativa a tu salud.

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Contenido

¿Qué es una intoxicación alimentaria?

Una intoxicación alimentaria es un problema de salud que sucede al consumir alimentos o bebidas que contienen parásitos, bacterias o virus. La bacteria más habitual que propicia esto es el estafilococo.

La intoxicación alimentaria puede ser leve o muy grave, llegando a ser, en algunos casos, potencialmente mortal.

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¿Qué consecuencias puede tener?

Como decimos, los síntomas van desde algo leve, como un dolor de barriga o problemas de tránsito intestinal (incluyendo diarrea, vómitos, dolor de cabeza, mareos…), hasta los más graves. Una intoxicación seria puede llegar a causar la muerte del paciente.

Es muy importante que, si detectamos que hemos podido sufrir una, contactemos inmediatamente con el servicio de Urgencias para que valore nuestra situación actual y determine el grado de gravedad de la intoxicación.

¿Cómo prevenir una intoxicación alimentaria?

En nuestra mano está realizar algunos gestos que nos van a ayudar a prevenir una intoxicación alimentaria. Te resumimos los principales a continuación.

Revisar bien las fechas de caducidad de los alimentos

Parece algo muy lógico, pero en ocasiones olvidamos hacerlo, especialmente cuando ya tenemos el alimento en casa durante un tiempo. Es cierto que, por precaución, la fecha de caducidad suele ser más corta de lo que realmente tolera el alimento, pero es mejor no jugársela. También es importante recordar que no es lo mismo fecha de caducidad que consumir preferentemente antes de. El segundo caso es mucho menos peligroso.

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En el caso de que preparemos los alimentos en casa, sería conveniente poner por nosotros mismos la fecha en la que ha sido preparado. Por ejemplo, si dejas preparados los tuppers para la semana, pon en cada uno de ellos cuando se han cocinado para que, si no te lo comes al día siguiente, siempre sepas cuándo se ha hecho y puedas tener una idea más acertada sobre su fecha de caducidad próxima.

Cuidado al congelar y descongelar

No todos los alimentos se pueden congelar. Por ejemplo, algunos como la patata o la pasta pierden todas sus propiedades organolépticas al pasar por este proceso. Para otros, sin embargo, el paso del congelado es prácticamente inevitable, como es el caso del pescado. Al congelarlo eliminamos la posibilidad de intoxicarnos por anisakis. En el resto de casos (carnes, comida preparada, etc) es interesante apuntar la fecha en la que lo metemos al congelador para no tenerlo demasiado tiempo. En un congelador doméstico no podemos mantener la misma pieza de carne durante meses y meses.

Pero también hay que tener cuidado al descongelar. Lo mejor para descongelar es hacerlo por la vía lenta, en el frigorífico. De este modo, los alimentos sufren un proceso de descongelación más natural. Evita dejarlo a temperatura ambiente, ya que pueden proliferar los agentes patógenos.

Cocínalo bien

Una vez que tenemos el alimento sobre la encimera y llega el momento de cocinarlo, hay que prestar cuidado al proceso para prevenir una intoxicación alimentaria. Cocínalo bien para evitar bacterias. Si dejas los alimentos crudos tienes un mayor riesgo de contaminación. A mayor temperatura, mayor nivel de éxito en la muerte de dichas bacterias.

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Este tema es especialmente importante en casos como la carne, el pescado o los huevos, tres de los alimentos que más intoxicaciones alimentarias producen. De hecho, ¿por qué crees que es tan habitual la salmonelosis en verano? Precisamente porque el huevo se prepara en crudo y la temperatura ambiente es elevada. En el caso de la carne y el pescado, bacterias como el anisakis o el E-coli mueren cuando se someten a temperaturas elevadas, por ello es preferible tomar los alimentos muy hechos. La carne que se queda roja en el centro o el pescado que apenas ha sido cocinado pueden ser un gran riesgo para la salud pública.

Revisa la nevera para encontrar productos abiertos a medio consumir

Ese bote de tomate que le echaste a la pasta hace diez días, la nata líquida que te sobró de la última carbonara que preparaste cuando ya ni te acuerdas, el paté a medio empezar… Te resulta familiar esta escena, ¿verdad? Todos tenemos alimentos a medio consumir en la nevera y el problema es que nos guiamos por la fecha de caducidad, pero no por la fecha de apertura. De hecho, si te fijas, en la mayoría de envases indican algo como “una vez abierto, consumir antes de X días”.

Y sí, la mayoría de nosotros nos saltamos esto a la torera. ¿Quién consume, de verdad, el tomate frito en menos de tres días? Probablemente, muy pocas personas. Y es cierto que, por lo general, no suele dar lugar a un problema de salud, pero si queremos prevenir una intoxicación alimentaria tenemos que poner más foco en este tema, que muchas veces es el responsable de problemas de tránsito intestinal sin que ni siquiera lo sepamos. También es interesante que, al menos una vez al mes o cada dos semanas (sería lo ideal), hagamos un barrido de nevera y tratemos de encontrar todos esos alimentos que se nos han quedado a medio consumir o que hemos olvidado al fondo de la misma. Evitarás problemas de salud, pero también malos olores y la proliferación de bacterias que pueden desarrollarse en otros alimentos adyacentes.

Pon los cinco sentidos

Y por último, la recomendación más lógica: utiliza el sentido común. Los sentidos nos ayudan a detectar si un alimento está bien para consumir o si es mejor no arriesgarnos. La vista, el olfato, el gusto y, en algunos casos, el tacto, nos dirá si podemos comer ese pieza o no.

Obviamente, desecha sin pena todo aquello que huela mal, que haya cambiado de color o que, si lo probamos con cuidado y en una pequeña cantidad, tenga un sabor diferente al esperado. A nadie le gusta tirar comida, pero créenos, es mejor tirar ese plato de pasta que lleva varios días cocinado o ese bote de tomate frito a medio consumir, que acabar en el hospital por no haber tratado de prevenir una intoxicación alimentaria que habría sido totalmente evitable si hubiéramos puesto algo más de cuidado y atención al tema.

Los niños y los ancianos son los grupos de riesgo más vulnerables, pero el resto de personas tampoco debemos bajar la guardia para prevenir una intoxicación alimentaria, ya que estos problemas nos afectan a todos y, en la mayoría de las ocasiones, está en nuestra mano evitarlos.

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