Anteriormente en nuestro blog, ya te habíamos explicado por qué el desayuno es la comida más importante del día. Sin embargo, es cierto que muchas veces debido a nuestro ritmo de vida, preferimos evitar el desayuno o hacerlo exprés: café y al trabajo. Hoy queremos contaros por qué este hábito es tan poco beneficioso para los que queremos perder peso.
A menudo pensamos que comer menos es sinónimo de adelgazar y que al evitar el desayuno y aguantar hasta la comida o la media mañana conseguiremos eliminar esas posibles grasas que nos proporcionaría esta comida, pero nada más lejos de la verdad y hoy, os vamos a explicar el por qué.
Desayunar bien no sólo nos aporta las energías necesarias para aguantar el resto del día, sino que además nos ayuda a prevenir la obesidad y a perder peso. La explicación más sencilla viene dada por nuestro cerebro, ese gran motor que controla nuestro organismo y que que trabaja sin que nos demos cuenta.
Cuando nos levantamos por la mañana, lo primero que hace nuestro querido amigo es comprobar las reservas de las que disponemos: los niveles de glucosa tanto en sangre como en el hígado nada más despertarnos nos dan para aguantar como mucho unos 45 minutos. Aquí es donde empieza el plan de emergencia.
El cerebro pide auxilio a la cortisona, la cual pide a las células que se encuentran en nuestros músculos, ligamentos y en el colágeno de la piel que comiencen con el plan B: abrirse de par en par para sacar todas las proteínas de las que dispongan, que las hagan pasar por el hígado para convertirlas en glusosa sanguínea y así aguantar hasta la próxima comida. Es justo este proceso el que evita que, pasados los 45 minutos, nos caigamos en redondo al suelo; pero como habéis podido imaginar literalmente nos estamos devorando a nosotros mismos. Esto significa que, en vez de ocuparse de sus procesos intelectuales, el cerebro le da máxima prioridad a obtener alimento y combustible y eliminando de paso nuestro tono muscular. Es por eso que, cuando nos tomamos sólo el café, nos quedamos como zombies delante de la taza y tardamos algún tiempo en ser personas.
¿Qué pasa entonces cuando comemos?
Como el cerebro ya tiene activado su plan de emergencia, todo lo que comamos después va a ser almacenado y guardado, ya que el cerebro lo toma como excedentes. La consecuencia principal es el aumento de peso. Sí, evitar el desayuno engorda. Por eso es importantísimo que desayunemos, pero más aún a la hora a la que desayunemos. No vale eso de me voy al trabajo y ya desayuno a media mañana en la cafetería, porque para entonces el cerebro ya tendrá su plan activado. Hay que desayunar antes de 45 minutos una vez que nos hemos levantado, para que el cerebro entienda que no lo vamos a tener sin combustible el resto del día, sino que no vamos a evitar el desayuno y le vamos a aportar lo que necesite desde primera hora. Si lo hacemos así, el cerebro asumirá que va a tener su combustible y su alimento, por lo que no necesitará echar mano de la cortisona y, por consiguiente, no perderemos tono muscular y nada será almacenado, sino que todo lo que ingiramos será usado como combustible y quemado, por lo que no engordaremos.
Ideas rápidas y nutritivas para dejar de evitar el desayuno
Si aun así eres de los que por la mañana te cuesta prepararte un buen desayuno, aquí tienes un par de ideas que pueden ayudarte:
1. Tazón de cereales con trozos de fruta. Esta opción es rápida y rica en nutrientes. Algunos cereales ya traen los trozos de fruta incorporados, sino también puedes añadírselos tú.
2. Batido de avena. Mezcla la avena con yogurt, un cuarto de zumo de naranja y dos fresas o un poco de piña, bátelo todo muy bien y a desayunar. Puedes dejarlo preparado la noche de antes y tomarlo fresquito al día siguiente, así no perderás tiempo preparándolo por la mañana y ¡más rápido de tomar es imposible!
Así que recuerda la importancia de no evitar el desayuno:
- Ayudas a tu metabolismo a funcionar mejor.
- Estarás más activa desde primera hora.
- Tu cerebro podrá centrarse en sus labores intelectuales, por lo que te lo agradecerá.
- Podrás comer más durante el resto del día ya que tu cuerpo no lo almacenará todo.
- No engordarás.
- Podrás afrontar el resto del día sin tanto cansancio acumulado.
¡Todo son ventajas!