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Empatía colectiva: el caso de Elena Cañizares en Twitter

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Empatía colectiva: el caso de Elena Cañizares en Twitter

Hacerse viral es uno de los mayores deseos de los jóvenes (y no tan jóvenes) de medio mundo. Ser protagonista en las redes sociales por un día (o por el tiempo que dure la “fama”) es un atractivo al que pocos pueden sucumbir. Hay muchas formas de hacerse viral, por algo bueno o por algo malo, por un logro personal o por una metedura de pata. ¡Tantas formas como seguidores puedes llegar a alcanzar! Pero hay algo que suele despertarse en ciertos casos y que, en psicología, tiene un nombre: empatía colectiva.

La empatía colectiva sucede cuando la mayor parte de la población (al menos, la población activa en internet) se vuelca con un tema o una causa en concreto, normalmente nacida en redes. Un sencillo tuit puede llegar a recorrer todo el mundo si las personas adecuadas le dan a retuitear y lo expanden como la pólvora. Normalmente, suelen tener en común que son tener que despiertan la conciencia social, que persiguen acabar con las causas injustas y que buscan apoyar a una persona en situación de desigualdad. Un claro ejemplo de esta empatía colectiva social lo estamos viviendo esta semana con el llamado caso Elena Cañizares.

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¿Quién es Elena Cañizares y qué ha sucedido?

Lo primero de todo, es ponernos en antecedentes. Si eres más o menos frecuente en Twitter seguro que ya has leído largo y tendido el hilo de Elena que dio lugar a este suceso de empatía colectiva. Pocos temas han logrado “unir” tanto las opiniones de un país como este.

Y es que tiene todos los ingredientes para convertirse en una historia de interés: hay malos, hay buenos, hay una situación de desventaja e incluso hay COVID de por medio, algo que, a día de hoy, siempre genera interés.

Todo comenzó la noche del 22 de noviembre, cuando Elena Cañizares decidió subir a Twitter sus conversaciones en el chat de grupo con sus compañeras de piso. Las chicas, residentes en Ciudad Real (España), se encontraban en ese momento fuera del piso. Excepto una. Elena. Todas pensaban volver en los próximos días para continuar con sus rutinas de clases, prácticas, gimnasio…

La bomba estalló cuando Elena Cañizares, estudiante de enfermería en prácticas, dio positivo en una prueba de Coronavirus. En ese momento, el protocolo indica que se debe permanecer en el domicilio, sin salir y sin tener contacto con otras personas. Elena comunicó su positivo a sus compañeras, con las cuales había tenido contacto en los últimos catorce días, y que, por tanto, también deben guardar cuarentena y hacerse una prueba para comprobar si ellas también han sido contagiadas o no.

Pero, además de esto, Elena les expresó su intención de permanecer en el piso compartido, por dos motivos. Por un lado, debido a su positivo, no puede moverse del domicilio según las normas; por otro lado, prefería pasarlo allí, encerrada en su habitación, para no acudir al domicilio familiar, situado en una ciudad distinta, donde pondría en riesgo a sus padres, colectivo vulnerable al ser personas mayores.

Elena Cañizares le pidió a sus compañeras que, mientras permaneciese en su habitación, estas le calentaran un plato de comida y se lo dejaran en la puerta de la habitación. Además, al ser cuatro habitantes y contar con dos baños, ella utilizaría un único baño. De este modo no habría riesgo de contagio, al no compartir zonas comunes y permanecer en aislamiento.

Hasta aquí, todo parece dentro de la normalidad. Entonces, ¿por qué se ha hecho viral? ¿Por qué ha surgido esta empatía colectiva?

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Los audios de las compañeras: el detonante

En la conversación de Whatsapp subida a Twitter, Elena Cañizares ha hecho públicas las conversaciones de audio que mantuvo con sus amigas, R., L. y Á., quienes en todo momento expresaron su intención de que Elena, enferma de COVID, abandonara el piso. Sus argumentos versaban en torno a su deseo de no convivir con una “persona COVID” en el mismo piso, aunque ella se quedara en su habitación, y tampoco estaban dispuestas a hacerse cargo de calentarle la comida cada día y dejársela en su habitación.

Elena, para no ser una carga, se ofreció a salir ella a la cocina a calentarse el tupper, con doble mascarilla y desinfectando todo, pero tampoco parecía ser una solución para sus compañeras. Estas, en última instancia, le dijeron que al ser tres contra una, la votación estaba decidida y debería abandonar el piso para volver a su casa familiar, en otro municipio, a pesar de que las restricciones de movilidad estén activas, y que sus padres, colectivo de riesgo, fuesen quienes tuviesen que convivir con la enfermedad.

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Empatía colectiva en Twitter

El caso de Elena Cañizares se volvió pronto viral y ha trascendido la frontera de Twitter, llegando incluso a darse a conocer en medios de comunicación como radios, televisión, prensa escrita… Todos quieren saber más sobre la chica del momento, que llegó a ser Trending Topic mundial, y aunque los virales pronto pasan de moda y caen en el olvido, lo cierto es que este tema ha servido para despertar algo que, si bien permanece escondido por temporadas, al final siempre termina saliendo en este tipo de causas: la empatía colectiva social.

Twitter se ha volcado con esta causa, expresando su apoyo a la chica y su indignación con las compañeras, que, en algunos casos, incluso declaran estar sufriendo acoso por sus conversaciones. Algunas personas han ofrecido ayuda a Elena, como llevarles ellos los platos de comida o incluso hacerle cobijo en su casa.

Pero, más allá de eso, las marcas también han aprovechado el tirón para darse visibilidad, en una semana tan clave como la del Black Friday, momento en que se dispara el consumo y las compras. La operadora Fi Network le ha ofrecido un año de alquiler gratis, con fibra y móvil incluido, la empresa Wetaca le ha propuesto enviarle tuppers a casa sin coste alguno, y otras tiendas como PcComponentes ha lanzado un concurso en el que se insta a los participantes a decir cómo se llamaría su grupo de Whatsapp con Elena Cañizares.

La empatía colectiva no queda en el simple like o retuit, si no que, en ocasiones, llega a traspasar fronteras. Por lo pronto, Elena ha logrado su objetivo, obtener la razón y conseguir el apoyo de los demás, mientras sus compañeras, los verdugos de esta historia a la vista de la opinión pública, siguen tratando de salvaguardar su identidad en las redes sociales para esquivar el acoso que muchas personas están tratando de hacerle. Tomarse la justicia por su propia cuenta no suele dar buenos resultados y, de hecho, la propia Elena ha pedido que pare el acoso a las que ya llama ex compañeras, además de agradecer el apoyo que España entera le está mostrando.

Y tú, ¿qué harías en este caso? ¿Te sumarías a la empatía colectiva con el caso de Elena Cañizares o apoyas a las minorías que defienden a sus compañeras de piso? Esta historia viral pronto pasará de moda, pero siempre habrá una nueva causa que hará que esta empatía salga a la luz y una a todo un país.

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