Las emisiones luminosas procedentes del sol son parte de nuestra vida cotidiana. Y de hecho son aceptadas por la mayoría de las personas como beneficiosas para la salud. Sin embargo “no todo lo que brilla es oro”, según sentencia el viejo refrán. Y es el caso pues existe relación entre la exposición a las radiaciones ultravioleta (rUV) y la presencia de cáncer de piel.
Como podemos explicar estos efectos negativos para la salud de los humanos
Y es que encontramos diversas razones para explicarnos el porqué los factores ambientales resultan perjudiciales para la salud, y en particular las emisiones luminosas solares.
Esto se manifiesta como consecuencia de la mayor exposición a las radiaciones ultravioleta (rUV) que alcanzan la tierra, sobre todo si lo comparamos con otras generaciones en razón directa del:
- daño provocado a la capa de ozono
- incremento de las expectativas de vida que posee el ser humano en el presente y por lo tanto se aprecia un efecto acumulativo de daño
- incremento considerable de las actividades en ambientes con intensa exposición a las radiaciones ultravioletas (rUV).
Porque afirmamos que las radiaciones ultravioleta queman
El sol, poderosa fuente de luz y energía que interactúa con los seres humanos de forma sistemática, ha sido objeto de atención de numerosas ramas del saber humano, como son, entre otras, la fotomedicina, fotoquímica y la fotobiología con el propósito de profundizar en los conocimientos y los efectos que tiene sobre los seres vivos.
Todas estas disciplinas trabajan en función de esclarecer las múltiples y variadas formas en que impactan las radiaciones solares sobre el hombre.
En las radiaciones solares se encuentran diversos tipos de radiaciones ultravioleta que se pueden dividir en:
- tipo A (rUVA)
- tipo B (rUVB)
- tipo C (rUVC)
Esto cobra particular importancia pues se conoce que el efecto sobre las diferentes capas de la piel es dependiente del tipo de radiaciones ultravioleta (rUV) al que estamos expuestos. También es ciencia establecida que el momento de mayor riesgo de recibir radiaciones ultravioleta (rUV) se considera entre las 11 a.m. y las 3 p.m. del día, en función de la verticalidad con que estas sobre la faz de la tierra.
De forma experimental se ha demostrado que la exposición de células de mamíferos a radiaciones ultravioleta induce la expresión de algunos genes relacionados con los procesos malignos en la piel. Del espectro de rUV emitidas por el sol que llegan a la superficie terrestre, se consideran las rUVB (280 a 320 nm) como las más dañinas, en correspondencia con su alta energía, sobre todo si las comparamos con las otras existentes.
La rUVA (320 a 400 nm) son las de menor energía en tanto las rUVC se consideran las de mayor energía. Estas últimas son absorbidas completamente por las capas de ozono de la atmósfera terrestre.
Existe una estrecha relación entre algunos fenotipos como son el tener la piel blanca, ojos verdes/azules y la existencia de pecas con respecto a la aparición de cáncer de piel, y en particular los melanomas, por exposición a radiaciones solares. Las exposiciones en etapas tempranas de la vida, particularmente en la infancia, se relacionan con mayor riesgo en la aparición de melanomas
Importancia de cuidarnos de las radiaciones ultravioleta
La piel es una barrera que ha sido considerada, hasta hace unos años, como la fundamental barrera mecánica y de protección de los seres humanos por encontrarse en contacto permanente con el medio exterior.
Si extendemos la piel en una monocapa, es decir, que exista una sola célula por capa, encontraríamos que extendida ocupa dos metros cuadrados. A esto debemos sumar que actualmente se acepta que no tan solo es una barrera mecánica que nos diferencia del medio circundante, sino que cumplimenta importantes funciones fisiológicas. Entre ellas de naturaleza endocrina, o sea, productora de hormonas, lo que nos permite comprender a plenitud las importantes funciones que se afectan al dañarse la piel por el efecto de las radiaciones ultravioleta.
Y la prueba más contundente es que existe un considerable incremento en la cantidad de personas que muestran diferentes tipos de afectaciones del tejido cutáneo, sobre todo aquellas que pueden ser consideradas como cáncer de piel con incrementos del orden del 6 % anual.
Por mencionar tan solo un ejemplo de la dimensión real del problema, podemos señalar que reportes en la literatura médica exponen que el 90 % de las personas que sufren de cáncer de piel en los Estados Unidos de Norteamérica, unas 840 000 puede ser atribuido a la exposición solar y de ellas unas 9400 mueren anualmente.
Estos antecedentes se convierten en poderosas razones para sustentar las numerosas investigaciones que se desarrollan en función de conocer las alteraciones que provoca la exposición a radiaciones ultravioleta y como se puede prevenir, mitigar o eliminar las afectaciones que se producen por esta causa.
La presencia de melanomas es mayor en adultos expuestos a las radiaciones ultravioleta que no se protegieron adecuadamente durante la infancia y la adolescencia.
De ahí que se acepte el efecto beneficioso de los protectores solares en la prevención de las afectaciones de la piel producidas por las radiaciones solares, y en particular radiaciones ultravioleta. De esto, de cómo protegernos para no quemarnos nos ocuparemos en próximos artículos.