La realidad es que en toda pareja surgen conflictos, los que resultan inevitables y sirven como válvula de escape a las tensiones que se acumulan con la convivencia. Sin embargo, no todas las parejas logran sortear estas crisis y fortalecerse con ellas. Y es ahí donde sobrevienen las crisis de pareja.
Las crisis de pareja, como toda crisis, constituyen una oportunidad de estrechar los lazos, pero también pueden ser el detonante de una separación si no se saben manejar correctamente las contradicciones y conflictos.
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La pareja y el compromiso, elementos claves para evitar la crisis de pareja
Mantener un compromiso resulta vital para una relación. Y el compromiso es, las más de las veces, el punto de equilibrio que hace posible la supervivencia de la relación de pareja. El mismo está considerado como uno de los pilares fundamentales de la pareja. Si bien en materia de derecho, el compromiso es considerado como una especie de acuerdo en el que las partes asumen obligaciones de tipo contractual. Lo cierto es que, en materia de pareja, el compromiso es mucho más que eso.
Aprendamos a comprometernos
Cuando se habla de compromiso hay que tener bien claro que este no solo es válido cuando las cosas marchan bien. Por el contrario, este resulta fundamental, especialmente, cuando las cosas marchan mal.
En tal sentido, es necesario que ambos miembros de la pareja se encuentren dispuesto a realizar sacrificios por el bienestar de la misma. Lo que para nada implica que solo una de las partes deba ceder siempre, sobre todo porque la pareja se refiere a dos. En tal sentido, el compromiso tiene que ser de ambos miembros, e igualmente lo ha de ser la disposición al sacrificio.
Nada se puede lograr para resolver una crisis si los miembros de una pareja no son capaces de asumir situaciones que resultan difíciles. Las que pueden no gustarnos, pero son necesarias para el bien de la pareja o de uno de sus miembros. Esto no resultara demasiado arduo, siempre y cuando, la relación sea sólida, funcional y de larga duración.
Está claro que aquellas parejas con vocación para entender y solidarizarse con el otro, son más propensas a realizar sacrificios. Es este tipo de parejas las que consiguen mayor efectividad para rebasar las crisis y pocas veces llegan a la separación o al divorcio. Es obvio que todos deseamos cosas buenas para nuestras vidas y en relación a nuestras parejas, pero cuando ocurre lo indeseable, también es momento de resolver los problemas de conjunto.
¿Quién gana y quién pierde?
Cuando existen desacuerdos en una pareja es fundamental el modo en que estos son resueltos. Siempre mediante una discusión razonada. Suponiendo que no se llegue a momentos de acaloramiento, la posición de cada uno de los miembros puede llegar a parecer irreconciliable. Situación que puede evitarse con tan solo renunciar a defender nuestra posición personal a ultranza.
Cuando ya existe un conflicto, este solo se gana si quien gana es la pareja. Si ninguno de los miembros está dispuesto a ceder, la crisis terminara inevitablemente con la disolución matrimonial o la separación.
El punto en cuestión no debe ser quien gana o quien pierde, sino lograr un punto medio entre los deseos y necesidades de ambos miembros de la pareja.
¿Por qué nos separamos?
Entre los numerosos factores que constituyen causas importantes para la separación de una pareja, con frecuencia se suelen destacar los siguientes:
- Parejas de muy corta edad y con marcada falta de madurez psicológica.
- Un bajo nivel educacional o diferencias entre la pareja sobre este aspecto.
- La preexistencia de familias disfuncionales, sobre todo aquellas donde la agresividad es marcada.
- Desequilibrios en los ingresos salariales, sobre todo cuando es la mujer quien más aporta económicamente.
- El cambio de roles dentro del matrimonio y la negativa de los practicantes de los modelos patriarcales a aceptar la nueva realidad.
- Jornadas de trabajo muy extensas en las que se permanecen largas horas en el trabajo y no se le da la suficiente atención al otro miembro de la pareja.
- Las adicciones de todo tipo.
- Por los roces que se producen con la convivencia
La convivencia, causa frecuente de crisis de pareja
El principal detonante de una crisis de pareja es la convivencia. La que unida a la falta de comunicación o al uso incorrecto de la misma, termina por desatar los conflictos.
A veces, sobre todo en parejas jóvenes, se toman decisiones apresuradas sin medir las consecuencias. Se cree erróneamente que para vivir juntos solo se necesita de un enamoramiento inicial, de un gusto mutuo y de una relación sexual activa y satisfactoria. Aspectos que a la postre, no son determinantes para que una pareja puede perdurar en el tiempo.
La decisión de vivir bajo un mismo techo, suele ser tomada por los jóvenes de manera impulsiva. En este tipo de situaciones se emplea con frecuencia como gesto romántico sin tener muy claro lo que sucederá a continuación.
Ya es habitual entre los jóvenes que, a las pocas semanas de conocerse, decidan vivir juntos sin tener bien claro la compatibilidad de sus caracteres. Todo lo contrario de lo que ocurría siglos atrás, cuando se imponían largos noviazgos. Y estos, frecuentemente, permitían conocer los más mínimos detalles de la personalidad del otro.
Si bien resulta del todo innecesario reestablecer viejos patrones como puede ser el noviazgo. Al respecto las parejas necesitan de un tiempo prudencial para conocerse y luego vivir juntos. No es esta una decisión que se debe tomar a la ligera. Mucho menos si se toma por coyunturas económicas. Estas pueden ser el desempleo de un miembro de la pareja o por ahorrar en el alquiler. Cuando en tal decisión influyen elementos ajenos a la pareja, por lo general ocurren crisis inmediatas y casi nunca tienen una buena resolución.
Aprender a ceder, elemento crucial para evitar crisis de pareja
Las crisis de pareja no pueden ser medidas como una batalla donde hay ganadores y perdedores. Sencillamente no podemos asumir una discusión con el objetivo de ganar o imponer nuestro criterio a toda costa. Este tipo de posturas no contribuyen en nada a la hora de establecer un vínculo realmente sano y duradero. En todo caso, ambos miembros deben pensar en hacer lo que resulta más importante para la relación en lugar de lo que mayor beneficio le reporta al individuo.
Es cierto que resulta muy difícil mantener la ecuanimidad ante agresiones verbales, ironías, chantajes o gestos hirientes. Pero es precisamente en esos momentos donde no podemos dejarnos arrastrar a ese campo de batalla.
De hecho, existen situaciones y puntos específicos sobre los que realmente no podemos ceder en ningún caso. Cuando hablamos de ceder no se trata de convertirnos en parte pasiva, dócil u obediente de la pareja. Incluso si se producen maltratos o constantes faltas de respeto, está claro que debemos defender nuestra integridad física y nuestra posición moral. Pero en discusiones normales de pareja, aquellas en que se discuten temas que no tienen mayor repercusión, es bueno ceder y no dar mayor repercusión a las discusiones.
¿Un problema de género?
Casi siempre las mujeres suelen ser más dadas a ceder ante cuestiones que afectan a la pareja. Ceder no es algo que competa exclusivamente al género femenino. Esta situación está dada por la educación patriarcal que se nos ha dado durante toda la vida. Pero en todo caso, no hay nada malo o erróneo con que sea el hombre quien sea el primero en ceder ante una determinada discusión.
Ceder no puede significar que la mujer deba dejar su trabajo. Y en muchas ocasiones el hombre desea que se dedique al cuidado de los niños, tan solo porque así lo quiere. Se trata de establecer con argumentos sólidos, que cosas constituyen un verdadero beneficio para la pareja y aquellas otras que no lo son.
El modelo patriarcal impuso por demasiado tiempo una repartición desigual del trabajo entre hombres y mujeres. Una situación donde los hombres han tenido, durante siglos, una situación ventajosa con respecto al género femenino y en numerosos aspectos de la vida. Aspectos entre los que se destacan asuntos tan importantes y trascendentes como son:
- La herencia patrilineal
- El uso a veces exclusivo del apellido paterno
- La primogenitura
- Mayor independencia en relaciones sociales
- La división sexual del trabajo
Pero el modelo patriarcal no solo está presente en estos aspectos, también lo está en las relaciones de pareja. Ante una situación de crisis los hombres también pueden ser asertivos y reconocer que nadie es dueño absoluto de la verdad. Sencillamente es una respuesta inteligente, que no implica de modo alguno perdida de masculinidad.
No se es menos hombre por dejar pasar agresiones verbales, o por no responder con agresividad a las manifestaciones de ira de nuestra pareja. Evitar frases o hechos hirientes es un deber de ambos miembros de la pareja, sea esta del tipo que sea.
Somos un equipo, podemos tener problemas de comunicación sin llegar a la crisis
Es normal que perdamos los estribos ante determinadas situaciones, pero la pareja tiene que reconocerse a sí misma como un equipo en la vida y no como antagonistas. Como equipo han de trabajar por el bienestar de la relación y no como partes o bandos que se enfrentan por un triunfo que solo puede ser calificado de pírrico.
Para mantener al equipo y hacer de él un ganador es necesario que estemos dispuestos al diálogo. El que debe realizarse con tranquilidad, sentados, manteniendo la serenidad. Pero sobre todo escuchando los puntos de vista y las inquietudes del otro. La comunicación no debe cerrarse ni siquiera cuando la crisis alcance su peor momento. Pues conversar es en sí mismo un triunfo de la pareja.
Recordemos que la comunicación implica la búsqueda de alternativas para los problemas que se presentan. Y que esta ha de tratar, sobre todo, aquellos aspectos que nos resultan más conflictivos. Y de esa manera contribuir de forma incuetionable a evitar la crisis de pareja
Las relaciones llamadas tóxicas
En nuestras vidas pueden existir dos tipos de relaciones fundamentales. Unas son positivas y nos ayudan en nuestro crecimiento personal. En tanto otras solo pueden ser consideradas como relaciones tóxicas.
Las relaciones tóxicas son aquellas que nos hacen sentir mal. Tambien nos llenan de sufrimiento y desencadenan agresividad en todo lugar y momento. No siempre que encontramos una pareja esta resulta perfecta y no siempre es aconsejable luchar por ella. Tenemos que ser conscientes de quien es nuestra pareja. Conocerlo para poder apreciar sus valores y si realmente es quien queremos en nuestra vida.
Las crisis pueden ser igualmente manifestación de un conflicto más profundo. Y este puede ser producto de una relación sin sentido, en cuyo caso lo mejor es terminar cuanto antes. Pero si, por el contrario, sentimos que estamos junto a quien en realidad queremos, entonces vale la pena luchar por ello y manejar la situación para evitar la crisis de pareja del mejor modo.
¿Qué hacer ante un conflicto?
Cuando entre nosotros y nuestra pareja ha surgido un conflicto, es necesario que ante todo reflexionemos sobre sus causas. Muchas veces damos demasiada importancia a palabras o acciones. Y es frecuente que con el paso de los días comprendemos que no la tenían o que mal interpretamos. Debemos entablar el diálogo y en tal sentido es bueno tener en cuenta los siguientes aspectos:
- Debemos renunciar, por el bien de la pareja, al deseo innato de tener siempre la razón.
- No hay que defender nuestros puntos de vista como si en ello nos fuera la vida. De hecho, muchas veces discutimos por asuntos intrascendentes.
- No rebatas las acusaciones que te haga tu pareja con nuevas acusaciones. Esto se vuelve un espiral inacabable y las heridas que causa permanecen en el recuerdo.
- No te dejes llevar por la ira, permite que los ánimos se calmen antes de hablar
- No avives las explosiones del otro. Si notas que esta alterado, espera a otro momento para dialogar sobre el asunto que le molesta.
- Propón soluciones y evita las discusiones estériles.
Las recomendaciones pueden será copiosos y todas ellas, las que están directamente relacionados con el modo de comunicarnos. Pero más aún, son las que pueden ayudar a salvar a una pareja que se ama y respeta. Lo importante, para solucionar una crisis de pareja, es mantener el diálogo y que no falte la comprensión.