Cada uno es como es, está claro. Hay personas que tienen mucha paciencia y son capaces de morderse la lengua y recapacitar antes de hablar, mientras que otras son una olla express. A la primera de cambio, saltan por todo aquello que les molesta y no se pueden callar. Si este es tu caso, seguro que ya has vivido alguna situación desagradable a causa de no saber controlar un enfado y que, además, te ha traído posteriores dolores de cabeza y arrepentimiento. Siempre dices que, a la siguiente, te callarás, pero no puedes evitarlo…
Porque, claro, ¿cómo sabemos cuándo debemos controlar un enfado y cuándo no? Precisamente sobre esto va nuestro artículo de hoy. Queremos ayudarte a discernir entre las situaciones que lo merecen y las que no.
Otros artículos de interés: No te olvides de estas técnicas para meditar
Cuándo controlar un enfado
En la pareja, evita los celos:
A nadie le gusta tener una pareja celosa, reconócelo. Además, piensa que la mayoría de las veces los celos están totalmente fuera de lugar y son todo suposiciones nuestras. Es cierto que los celos vienen marcados por el miedo a perder a una persona, pero piensa que, si actúas así, la vas a perder de verdad. Así que antes de liarla porque le hayas visto hablar con una chica, porque la haya llamado un viejo amigo o por cualquier otro motivo, respira y recuerda que todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario y que si está contigo es por algo, ¿no crees?
En el trabajo, recuerda quién es tu jefe:
El trabajo es otra de las parcelas de nuestra vida en las que tendemos a encendernos más rápido, causado por el estrés que podemos vivir en él. En este caso, te pedimos también paciencia para no convertirte en el ogro de la oficina, pero especialmente recuerda que, si hay alguien a quién no le puedes armar la marimonera, ese es tu jefe. No lo pierdas nunca de vista y respira, por mucho que te cueste. Controlar un enfado con tu jefe te puede salvar del despido.
Entre amigos, despídete del orgullo:
Si pasas mucho tiempo con tus amigos, es muy fácil que no sepas controlar un enfado con ellos. La confianza da asco, o eso dicen, y aunque la mayoría de las veces las discusiones se arregla, como mucho, en un par de días, por lo mucho que os queréis, es posible que alguna vez la cosa vaya a más y nadie dé su brazo a torcer. Recuerda que nada es tan importante para perder una buena amistad, por lo que si la otra persona no da el primer paso, dalo tú. Seguro que lo valora.
Sigue leyendo: La ira, esa gran enemiga