Toda masa de células que crecen de forma incontrolada entran en la definición de cáncer partiendo del presupuesto que son células anormales, es decir, transformadas. Si afecta el tejido óseo se trata de cáncer de huesos.
Si las células que dan lugar al aumento de tamaño del órgano o tejido son normales, se descarta el que sea cáncer aunque sigue siendo un tumor, lo único que en este caso se considera un tumor benigno.
Y es que habitualmente cuando se habla de tumor siempre pensamos en que sea cáncer. Nada más alejado de la realidad, al punto que la vieja clínica francesa, descriptiva por antonomasia, señala que el embarazo es un tumor fisiológico. Y cabe en la definición. Aumento de tamaño que ocupa un órgano y es fisiológico pues dura alrededor de 36 semanas, al término del cual aflora el parto y desaparece el aumento de tamaño.
¿Cómo se desarrolla el cáncer de huesos?
El cáncer de huesos comienza en las células que forman parte de los huesos, que se consideran como las unidades básicas y elementales del cuerpo, y en particular, para este caso, del esqueleto humano.
Habitualmente el ser humano forma nuevas células en la medida que hacen falta en función de reemplazar a las células que han envejecido y que mueren. En ocasiones este proceso no se desarrolla según lo previsto pues crecen células nuevas que son innecesarias y las células que han envejecido no mueren según lo esperado.
Estas células que están fuera de lo programado, es decir que son extra o adicionales, pueden dar lugar a la formación de la masa que reconocemos como tumor. Los tumores pueden ser benignos o malignos. Los tumores benignos no se pueden considerar como cáncer, en tanto los malignos entran en el concepto de cáncer.
Una característica esencial para considerar que un tumor es maligno es la capacidad de invadir los tejidos u órganos que se encuentran en las inmediaciones.
Otra posibilidad de diseminación es que pueden desprenderse algunas células ya transformadas, es decir malignas y diseminarse a otras partes del cuerpo desarrollando lo que se conoce como metástasis. Esto no es más que el desarrollo de una nueva masa tumoral alejada, en este caso, del hueso afectado de forma primaria.
Tipos de cáncer de huesos
El cáncer de huesos es un tipo de cáncer poco común que afecta a los huesos que forman parte del esqueleto de los seres humanos. Este es el cáncer de huesos que se considera primario y representa mucho menos del uno por ciento de los diferentes tipos de cánceres.
En tanto el cáncer de huesos secundario, es originario de otros órganos o tejidos y se disemina al hueso.
Se reconocen tres tipos de cáncer de huesos. Estos son:
- Osteosarcoma: se desarrolla en edades comprendidas entre los 10 y 19 años de edad. Ocurre habitualmente en la parte superior del brazo o en la rodilla.
- Condrosarcoma: se inicia en el cartílago, casi siempre después de los 50 años de edad
- Tumores de la familia del sarcoma de Ewing: se ve con mayor frecuencia en varones menores de 19 años.
¿Qué síntomas encontramos en el cáncer de huesos?
Los síntomas más frecuentes que aparecen cunado existe el cáncer de huesos son:
- dolor
- inflamación
- fracturas que se desarrollan de forma inconsecuente con la envergadura del golpe o caída
- pérdida de movilidad
- fiebre
- anemia
- insomnio
- pérdida de apetito
- incapacidad para desarrollar las actividades normales
Opciones de tratamiento para el cáncer de huesos
Las posibilidades de tratamiento del cáncer de huesos están en dependencia del tipo de cáncer, ubicación, tamaño y etapa del cáncer.
Otros factores que influyen en la posibilidad de utilizar un tratamiento u otro son la edad, estado físico y salud de la persona.
Entre las opciones de tratamiento para el cáncer de huesos encontramos el tratamiento quirúrgico, quimioterapia y radioterapia.
De cualquier manera frente a la sospecha de cáncer de huesos o cualquier manifestación se debe acudir al médico.