No corren buenos tiempos para la salud de las personas. Vivir en una pandemia mundial es una situación preocupante, desagradable y sin duda peligrosa. Además, acarrea otros problemas, más allá de la propia enfermedad que ha causado la pandemia, en este caso, el Coronavirus o Covid-19. Exista la llamada ansiedad por enfermedad que, si no sabes qué es, quiero que hoy aprendas algo más, porque, tal vez, eso que te sucede es precisamente ese trastorno.
Saber ponerle nombre a las cosas es el primer paso para solucionarlas y acabar con ellas. Hoy te quiero ayudar a que identifiques tu ansiedad por enfermedad y te liberes de ella para que puedas volver a disfrutar de la vida como antes.
Es cierto que existen personas que no saben otro modo de vivir porque lo sufren desde siempre, algo tal vez heredado de miedos transmitidos desde los padres a los hijos, pero, en cualquier caso, nunca es tarde para acabar con la ansiedad por enfermedad o, por lo menos, para intentar ponerle remedio.
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Qué es la ansiedad por enfermedad
Antes que nada, quiero aclararte el concepto de qué es la ansiedad por enfermedad para que sepas de qué va el tema que estamos tratando.
Es algo similar a la hipocondría. Es el miedo irracional a sufrir una enfermedad, normalmente grave, y se manifiesta con síntomas similares a los de dicha enfermedad. Es decir, una persona que tenga miedo a contraer Coronavirus, puede manifestar su ansiedad por enfermedad teniendo fiebre y tos.
El mayor problema de este trastorno es que, al tener origen psicológico, es algo difícil de diagnosticar y el paciente puede ser sometido a muchas otras pruebas para ir descartando posibilidades.
Síntomas
Los síntomas de la ansiedad por enfermedad pueden ser tan variados como lo son los de las enfermedades que el paciente piensa que puede sufrir. Es decir, la persona afectada manifiesta los mismos síntomas de la enfermedad a la que teme.
¿Significa esto que lo finge o que busca la forma de tener estos síntomas? No, realmente el cuerpo responde con los mismos síntomas de la enfermedad (o similares) pero en realidad no los tiene.
Diagnóstico de la ansiedad por enfermedad
Precisamente porque los síntomas pueden ser tan variados y a la vez tan complejos, la ansiedad por enfermedad es difícil de diagnosticar y, lo más problemático, diagnosticarla demasiado pronto, sin evidencias, puede ser un verdadero problema para la salud del paciente si finalmente es él quien está en lo cierto.
Lo primero que hay que hacer, como paciente, es tratar de ver la realidad. Explicar a un doctor qué sucede, sin exagerar nada y con el mayor detalle posible para que tu ficha de paciente ayude al diagnóstico. Será el médico quien deba discernir cuáles son las pruebas necesarias para ir descartando posibilidades.
Ante un cuadro muy evidente de una determinada enfermedad que, finalmente da negativo en todas las pruebas, es el turno de la entrevista con el psicólogo, quien puede valorar la posibilidad de que se trate de un episodio de ansiedad por enfermedad.
¿Ansiedad o hipocondría?
Hay que distinguir ambos conceptos que, aunque a priori puedan parecer muy similares, no son lo mismo. La diferencia más grande es que la ansiedad por enfermedad manifiesta los síntomas y se agravan con el tiempo, mientras que en la hipocondría normalmente solo aparece el temor a contraer enfermedades, pero no suele ser más allá del propio miedo irracional.
Tratamiento
En este sentido, hay tres caminos principales en los que el profesional ayudará al paciente a superar este estado.
El primero de ellos es identificar qué provoca la manifestación de los síntomas. ¿Se originan a raíz de un episodio concreto o no tienen ninguna causa aparentemente justificada? Si aprendemos a reconocer qué está causando los síntomas podremos descartar enfermedades y por tanto controlar mejor que no se reproduzcan.
El segundo de los pasos para avanzar de forma positiva en este trastorno es aprender métodos para controlar los síntomas. De acuerdo, ya han aparecido y no hemos podido hacer nada del punto anterior para evitarlos, ¿qué toca hacer ahora? El psicólogo, junto con el paciente, podrá encontrar métodos para que esos síntomas estén bajo control y no afecten (demasiado) a la vida de quién los sufre. Hay que tener en cuenta, que, además del miedo a contraer una enfermedad concreta, si se tienen síntomas hay algunos que pueden ser limitantes y afectar tanto a la vida personal como a la vida profesional de la persona afectada.
Por último, el tercer paso para tratar la ansiedad por enfermedad es luchar contra los síntomas. El paciente es clave en este punto y es que debe ser él quien sepa que todo se está originando en su cabeza y que no hay nada que justifique esa reacción de su cuerpo. De hecho, el cuerpo precisamente lo que quiere es caer en la espiral de enfermedad y dolor, por lo que depende de nosotros mantenernos activos y tratar de que limite la vida lo mínimo posible.
En algunos casos, será necesario recetar algún tipo de medicación para controlar estos episodios, pero más enfocados al factor psicológico que al tratamiento de los síntomas en sí. Normalmente, el tratamiento más habitual para este caso es la psicoterapia o los antidepresivos.
¿Y qué hago si nadie entiende mi ansiedad por enfermedad?
Este es uno de los principales problemas a los que se enfrentan las personas que la sufren. Sentirse totalmente desamparados, desatendidos e incomprendidos es una realidad con la que tienen que luchar, mientras ellos están convencidos totalmente de que tienen una enfermedad grave, a la vez sienten como el mundo (y más concretamente sus seres queridos) le dan la espalda.
¿Qué hacer en este caso? Lo primero, es dialogar y tratar de hacerles entender a los demás que, aunque se trate de algo con una raíz psicológica, no hay que despreciarlo o quitarle valor, ya que quien lo sufre está afectado.
Es importante que aprendas a no escuchar lo que dice el mundo y a que no te afecten los comentarios. Si tú ya estás trabajando mano a mano con tu médico y tienes plena intención de superar tu trastorno, es lo que más importa.
Trata de hacer que los demás practiquen la empatía (y practícala tú cuando sea necesario) y verás como todo va mejor.
Hablar sobre cómo te sientes ayudará a que los demás puedan entenderte, pero, en cualquier caso, muéstrate racional para que no genere desconfianza y no le des a los síntomas más bombo del que deben tener. Es decir, una persona que continuamente, todos los días, se está quejando de un dolor diferente o de la posibilidad de tener varias enfermedades, probablemente no será tenido en cuenta por su círculo.
Habla con un psicólogo, hazte las pruebas que sean oportunas y deja que todo lo demás caiga en un segundo plano. Mantén la mente ocupada y no leas o veas más de la cuenta sobre aquellos temas que te preocupan, ya que estos solo harán que aumente tu ansiedad por enfermedad y que los síntomas sigan empeorando con el paso del tiempo o “desarrollando” nuevas enfermedades. Controla tu mente y no dejes que ella sea quien controla tu cuerpo.
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