Solemos decir que el objetivo de la vida es la felicidad, pero muchas personas relacionan felicidad con amor. Son incapaces de estar bien sin tener una pareja y la buscan a la desesperada, aunque no sean conscientes de ello, en lugares donde realmente no deberían buscar. O, por el contrario, se quedan en ciertos sitios donde ya nada crece. Esta es sin duda una actitud tóxica en el amor, pero hay muchas más. Por ello, hoy queremos enfocar nuestro nuevo artículo sobre psicología y relaciones de pareja en eso: queremos que detectes en ti o en tu compañero de vida actitudes y comportamientos que podrían ser tóxicos, que podrían no llevarte a ese camino de felicidad que todos deberíamos recorrer a diario.
Las relaciones de pareja no son sencillas y la mayoría de ellas no se rige por una regla exacta. De hecho, llevarse por el corazón suele ser lo más indicado en casos de amor. Sin embargo, si esa relación te hace más mal que bien, ha llegado el momento de realizar un cambio. Y no, no te equivoques: no se trata en un primer momento de cambiar la relación ni de cambiar de pareja. El primer paso es cambiar tú. El cambio siempre empieza en ti.
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Opresión:
Nadie puede sobrevivir haciendo sacrificios constantes y estos son una consecuencia directa en una pareja que vive en la opresión. Está claro y es evidente que cada persona tiene un límite moral sobre lo que le gusta y lo que no, pero en cualquier caso, siempre debe ser consensuado con tu pareja y establecer si sois compatibles. En este sentido, los celos, el prohibir hacer cosas al otro o el tratar de imponer una manera de pensar son claros síntomas de opresión.
Si la otra parte se ve constantemente abocada a hacer sacrificios para tratar de mantener contenta a su pareja y con ello evitar problemas en el futuro, ya te lo adelantamos: los problemas no los vas a tener más tarde (que también), ya los tienes ahora. Recuerda siempre que tú eres el dueño de tu vida y que las relaciones de pareja no se tratan de oprimir ni imponer. Ni el uno ni el otro.
Victimismo:
Si hablamos de roles que se asumen en la pareja, el del victimismo suele aparecer con bastante frecuencia. Uno de los dos adopta una actitud de víctima con todo lo que ocurre a su alrededor. Siente que el mundo está en su contra, incluso su pareja, la que debería ser su mayor apoyo, también toma que hace las cosas como un ataque. Esta constante sensación y manifestación de una forma de ser victimista termina destruyendo la propia autoestima y la del otro, que no comprende la situación.
Si detectas actitudes victimistas en ti o en tu pareja, la solución pasa por dialogar. Pregunta qué necesita, explica qué necesitas tú y tratad de encontrar la solución juntos, no enfrentados. No caigas en juegos psicológicos en caso de que la victimista sea tu pareja y si lo eres tú, intenta trabajar contigo mismo este aspecto tan complejo de la psicología y que te puede llevar a no disfrutar de las cosas como deberías y a arruinar algo que solo está en tu imaginación.
¿Y si el mundo está realmente en tu contra? Ya te aseguramos que no, pero en ese caso, saca fuerzas, lucha y pelea como un campeón o campeona.
Superioridad:
En el lado opuesto al victimista, encontramos aquel miembro de la pareja que se cree superior al otro. Y es tan mala una cosa como la otra. Esta persona siente que la otra está en deuda con él, se ve más fuerte, bien por su posición social o laboral, por contar con una personalidad más fuerte o por cualquier otro aspecto. El miembro de la pareja que se cree superior tiende a caer en la opresión del otro o incluso en no dar todo lo que debería en sus relaciones de pareja.
Si crees que tu pareja se siente superior a ti o realmente es lo que te transmite, de nuevo la solución pasa por hablar el tema. Explícale como te sientes, sin caer en victimismos, y demuestra también tu valía. En caso de que seas tú, recuerda esta frase «al final de la partida, el peón y el rey vuelven a la misma caja». ¿De verdad crees que tienes motivos para sentirte superior? Sea lo que sea que te inspira a sentirte así, ya te lo adelantamos: no los hay. Valora más a la persona que tienes al lado antes de que la vida te demuestre lo que de verdad importa.
No perdonar (de verdad):
Otra actitud muy tóxica en las relaciones de pareja es la incapacidad para perdonar. No hablamos de grandes traiciones, aunque, si has decidido seguir adelante y perdonarlo, debes actuar como tal. Hablamos sobre todo a las pequeñas cosas del día a día, esas que luego aprovechas para sacar a relucir en cualquier momento, simplemente como un método de queja o de presión. No continúes por ahí, es una de las actitudes más tóxicas.
Una relación de pareja consiste en estar, en apoyarse y en perdonar cuando sea necesario. Si te ves incapaz de ello, te animamos a expresarlo abiertamente, detectar por qué, si el problema está en ti, en el otro o en la relación. Insistimos mucho en la necesidad de que una pareja se comunique y exprese sus problemas. A veces, nos callamos por evitar un mal y sin embargo no nos damos cuenta que quizás estamos provocando un mal mayor que se destapará más adelante.
Si decides no perdonar, estás en tu derecho, pero no utilices el manido «perdono pero no olvido» como escudo para hacer que ese problema siga afectándoos cada día. Pasar página es sumamente importante, en un sentido o en otro.
Desconfianza:
Pero quizás una de las actitudes tóxicas más conocidas en una relación de pareja es la desconfianza. Y en realidad, aunque no lo creas, todos los puntos que hemos ido mencionando anteriormente están relacionados y vienen a confluir aquí. Una pareja en la que uno de los dos se siente la víctima y el otro se siente superior, sufre de desconfiaza; una pareja en la que se oprime al otro, hay desconfianza; una pareja que no perdona, siente desconfianza.
Y lo cierto es que no es fácil salir de ella, pero en este punto debes valorar dos factores. Por un lado, ¿el problema reside en tu personalidad, en una posible falta de autoestima? Si es así, debes trabajar primero en ti mismo. ¿El problema, por el contrario, está en algo que ha sucedido en tus relaciones de pareja? Si hay antecedentes que te hacen desconfiar, recuerda que si sigues ahí es porque habéis decidido olvidar eso… y eso nos lleva de nuevo a la etapa de la necesidad de perdonar.
Habla con tu pareja sobre las cosas que te generan desconfianza y pon siempre las cartas sobre la mesa. No te escondas nada o el otro no sabrá cómo hacerte feliz. Y esta sí, esta sí que es la verdadera clave de una relación sana, plena y duradera.
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