No crean que deliro y estoy parodiando al fantasma de la ópera. Es que la arterioesclerosis va en paralelo al nacimiento. En otros términos, desde que nacemos ya comienzan los eventos conducentes a que padezcamos de arterioesclerosis.
Y esto es para bien y para mal. Para mal porque estamos expuestos a padecer de las enfermedades englobadas en lo que los médicos denominan enfermedad cardiovascular con todas sus secuelas.
Y para bien porque podemos contribuir con una dieta adecuada a que estos eventos que dan lugar al desarrollo de la arterioesclerosis se enlentezcan en el tiempo y no nos lleguen a afectar severamente.
A fin de cuentas ¿qué es la arterioesclerosis?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la aterosclerosis como los cambios que ocurren en la capa íntima de las arterias, que se acompaña de acumulación de lípidos y otros productos de la sangre y depósitos de calcio, que dan lugar a una placa denominada ateroma.
De otra forma, son aquellos procesos que se acompañan de estrechamiento de las paredes arteriales.
¿Cuál es la diferencia entre ateroesclerosis y arterioesclerosis?
Se reconoce como aterosclerosis cuando aparecen las placas en las diferentes capas de las paredes de las arterias de mediano y gran calibre.
En tanto se acepta que existe arterioesclerosis cuando se aprecia estrechamiento de pequeñas arterias y arteriolas. Es decir afecta los llamados pequeños vasos.
Quedando un tercer criterio de clasificación que es la llamada esclerosis media. En este proceso ocurre calcificación circular en la capa media de las arterias que llegan a los músculos.
Como se puede apreciar el criterio de clasificación está relacionado con el grado de afectación de las estructuras que conforman los vasos sanguíneos.
¿Cuándo surge la arterioesclerosis?
Este proceso se inicia desde que nace la persona y va progresando de forma variable con el transcurso de la vida, en dependencia de factores genéticos y ambientales. Su presencia generalmente se desconoce hasta que ocurre el primer ataque, muchas veces fatal.
Mönkeberg, investigador que en 1921 examinó las aortas de niños que murieron en la I Guerra Mundial, demostró que en edades inferiores a los 20 años ya se observaban lesiones de ateroesclerosis. En las autopsias realizadas a soldados fallecidos en la guerra de Corea, cuya edad media era de 22 años, el 77 % presentaba indicios de ateroesclerosis en uno o más vasos coronarios. En los soldados que lamentablemente fallecieron en la guerra en Viet Nam se observó que el 45 % presentaba algún grado de ateroesclerosis.
En estos casos se apreciaron las principales características de las lesiones ateroscleróticas. Es decir ruptura de la continuidad del endotelio, aumento del número de macrófagos, células que en particular están relacionadas con los mecanismos de defensa de los seres humanos. También existió ruptura de células musculares en el sitio de la lesión, con acumulación de grasas (lípidos).
¿Cómo se puede combatir estos procesos?
Se han realizado numerosos estudios que evidencian el papel de las vitaminas en la aterosclerosis:
- Lesiones similares a las ateroscleróticas se observaron en roedores y primates con deficiencia crónica de las vitaminas C y E.
- La ateroesclerosis experimental de conejos alimentados con grasas (triglicéridos) puede ser prevenida por la vitamina E.
- Los ácidos grasos se oxidan provocando daño al endotelio y las células musculares del corazón. Esto puede ser prevenidos por las vitaminas C y E.
Sin embargo no todo es color de rosas
Hay muchas evidencias científicas que demuestran que no existe relación entre la suplementación con vitaminas que tienen propiedades antioxidantes y la frecuencia con que se padecen enfermedades relacionadas con la arterioesclerosis como son infarto del miocardio, accidentes vasculoencefálicos entre otros.
¿Qué hacer?
No es una solución salomónica. Pongamos al descubierto la fantasmagórica imagen de la ateroesclerosis. Las sobredosis nunca son buenas, ni aun de vitaminas y minerales, lo que aconseja llevar una dieta balanceada rica en vitaminas y minerales y así ayudar a evitar las consecuencias nefastas de la arterioesclerosis y sus secuelas.
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