Las redes sociales pueden hacer mucho bien en nuestra vida y por supuesto no hay que generalizar. A veces se las demoniza y para nada es así. Entre sus beneficios, nos ayudan a socializar (especialmente con personas que no están cerca), además de ser un buen escaparate para determinados trabajos, incluso es una buena manera de entretenimiento, porque, insistimos, utilizadas con cabeza no son nada malo si accedemos a contenidos apropiados para nosotros y exponemos nuestra vida en su justa medida.
Antes de continuar, queremos aclarar algo: cuando hablamos de vivir para Instagram y sus efectos negativos, nos referimos a personas que no tienen Instagram como herramienta de trabajo, ya que sabemos que, para muchas personas, sus ingresos dependen de esta red social. Por lo tanto, si tú formas parte de este segundo grupo, ten en cuenta que los consejos no aplican en tu caso, siempre y cuando usar Instagram no te esté perjudicando a nivel personal.
Aclarado esto, queremos que conozcas el mal camino que está siguiendo nuestra sociedad, empeñada en vivir para Instagram en lugar de hacerlo para su propia vida. ¿Detectas en ti algunos de los comportamientos que vamos a analizar a continuación? Acéptalo y busca cambiarlo.
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Vivir para Instagram: la foto antes que la realidad
Este es posiblemente el ejemplo más fácil que podemos poner sobre lo que significa vivir para Instagram y todos, en mayor o menos medida lo hemos vivido. Por ejemplo, llegar a un sitio bonito y, en vez de disfrutarlo con los sentidos, lo primero que hacemos es sacar el móvil y subirlo a Instagram. Lo mismo aplica a un plato de comida recién hecho, que se nos quedará frío mientras elegimos los hashtags o a un libro que nos quedamos sin tiempo para leer porque teníamos que buscar el mejor ángulo para mostrar en Stories lo que no-estamos leyendo.
Estos ejemplos ya de por sí tienen importancia, pero hay otras actitudes mucho peores. Por ejemplo, imagina que vas a un restaurante y, en lugar de pedir lo que realmente deseas consumir de la carta, escoges otro plato que te gusta mucho menos, simplemente porque quedará mejor en Instagram. ¿Te parece una locura? Sentimos decirte que a ciertas personas les pasa más de lo que les gustaría reconocer. Y esto, amigos, no es otra cosa que vivir para Instagram. Y es un gran error.
El like por encima del abrazo
Vale, es cierto que vivimos en un momento en el que ni podemos, ni debemos abrazar a otras personas. Pero, incluso antes de la pandemia, existía mucho placer por el like, más que por un abrazo, un beso o una palabra bonita dicha en persona. Está corroborado por psicólogos que las interacciones positivas en redes sociales hacen que nuestro cerebro segreguen dopamina, una sustancia que se relaciona con la felicidad instantánea. Por eso, cuando recibimos un like sentimos un pequeño placer.
De nuevo, hasta aquí, ok, es correcto que nos pueda dar placer algo que, a priori, no tiene mayor riesgo. El problema en este punto está en que nos obsesione la idea del like o nos frustre si no llegamos a conseguir un número determinado. Tal vez, dejamos de hacer otras actividades simplemente porque estamos más pendientes de actualizar Instagram cuando acabamos de subir una foto que de hacerle caso a quien realmente sí nos aprecia, nos admira y nos puede aportar algo más que un corazón o un pulgar hacia arriba a través de una pantalla, un gesto impersonal que, sin embargo, nos genera felicidad.
Vivir para Instagram implica valorar más las opiniones de desconocidos que las de tus más allegados
Este sí puede llegar a ser un gran problema para la gente que se dedica a vivir para Instagram. Y es que, más allá de que un like nos dé placer o que hagamos mil fotos hasta encontrar una perfecta, cuando se tiene más en cuenta la opinión de alguien que ni nos conoce que la de una pareja, un padre o un mejor amigo de toda la vida, vamos mal. No solo porque estamos distorsionando la realidad y dejándonos llevar por alguien a quien, a fin de cuentas, no le importamos lo más mínimo, si no que además estamos dejando de lado a quién sí está realmente con nosotros.
Hay que tener mucho cuidado con esto ya que es un arma de doble filo muy importante. La clave de todo es que dejes de vivir para Instagram en lo que a relaciones personales se refiere y sepas comprender que quien realmente te quiere y te va a acompañar en tu vida no es quien te da un like, si no quien realmente está contigo y te quiere de verdad.
Empeora la productividad
Resulta obvio que vivir para Instagram puede llegar a ser una fuente de distracciones muy importante y que más temprano que tarde puede afectar a tu productividad. Esto, por supuesto, no lo puedes permitir, ya que, excepto si te dedicas realmente a generar ingresos en esta red social, es un error que dejes que tu trabajo se vea perjudicado por esto.
Pero no solo afecta al trabajo, también puede afectar a los estudios, y por tanto a tu futuro. Esto te puede acarrear otros problemas como problemas familiares o sociales que, a todas luces, no querrás vivir. Por tanto, tienes que tener la fuerza de voluntad suficiente para saber cuándo puedes conectarte y cuándo no. En este sentido, te puede ayudar mucho poner algunos de los limitadores horarios que ofrecen los sistemas operativos de los móviles, en los que puedes ver cuánto tiempo de media pasas cada día en Instagram y poder poner un tope en, por ejemplo, 30 minutos al día o cualquier otro tiempo que consideres razonable en base a la cantidad de minutos que quieras pasar frente a la pantalla solo mirando Instagram. De nuevo, te insisto en que si te dedicas a generar ingresos con esta red social, esta limitación no debería aplicar.
Vivir para Instagram y subir contenido que realmente no deseas
Está claro que, para tener “éxito” en Instagram, hay que subir contenido regularmente, interactuar con otras cuentas, etc. Por eso, en ocasiones nos podemos arrepentir de lo que subimos si no lo valoramos previamente y lo pensamos con cabeza. ¿De verdad quieres que cualquiera pueda tener una foto tuya en topless en la playa? Conseguirás muchos likes y seguidores, posiblemente, pero tal vez dentro de unos meses te arrepientas y lo que está subido a internet, subido queda por mucho que luego lo borres.
Pero no solo se trata de desnudos. Ciertas interacciones, como dar demasiadas explicaciones de tu vida, romper con una pareja vía redes sociales o criticar a otro públicamente te puede traer muchos problemas a corto plazo. Sé un poco más sensato y, ante la duda acerca de subir un tipo de contenido u otro, piénsalo bien y lo descartas. Si tanto te lo tienes que pensar es porque realmente no quieres hacerlo. No merece la pena vivir para Instagram y comprometer tu imagen y tu tranquilidad futura. Además, no sé si lo sabes, pero cada vez es más frecuente que las empresas miren las redes antes de contratar a alguien. Piénsatelo.
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