¡Oferta en pan! Con este reclamo intentan las grandes cadenas atraer al público en masa que acude en busca y captura de su pan barato y termina llenando el carro con ese producto que necesitaba y esos cuantos caprichos que hacen que al final, el pan barato que iban a comprar encarezca el ticket final. De hecho, esta es una estrategia muy común en los comercios: ofrecer un «producto gancho» para lograr vender el resto de artículos. Piensa en ti mismo y en tus hábitos cotidianos de compra: casi nunca salimos solo con lo que queríamos comprar realmente. Incluso si somos de hacer la compra en algún supermercado online, también terminamos metiendo algún que otro capricho.
Pero, lejos de ser simplemente una estrategia de marketing, el pan barato justifica su precio en la mayoría de los casos a costa de mermar los ingredientes y, con ella, la calidad del producto. ¿Merece la pena ahorrar en algo de primera necesidad si sabemos que con ello estamos perjudicando también nuestra alimentación y nuestra salud?
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Pan tradicional o pan barato, la guerra no ha hecho más que comenzar
En una era en la que buscamos todo lo más rápido y económico posible, la alimentación también está sufriendo las consecuencias. Cada vez optamos más por la comida basura, dentro y fuera de casa. Un sencillo ejemplo lo encontramos en el boom de los fideos instantáneos y similares, un producto que se sigue vendiendo como rosquillas a pesar de que ya sabemos lo malos que pueden ser.
El pan también sufre los efectos y ya la mayoría de los supermercados (e incluso muchas de las tiendas de barrio de toda la vida) han sucumbido a la tentación de colgar el cartel de «Tenemos pan low cost». Pan a bajo precio, pero también con una calidad muy baja que inevitablemente nos pasará factura. Nuestro bolsillo mejorará, sí, pero… ¿a costa de empobrecer nuestra salud?
Para saber si un pan es mejor o peor, podemos fijarnos en su proceso de fermentación. En este caso, Marco Gobbetti, uno de los mayores expertos mundiales en estas lides, deja claro que un pan fermentado en unos minutos nunca va a tener la misma calidad que uno que ha tardado horas. Precisamente la fermentación rápida es una de las características comunes a los panes baratos.
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¿Cómo reconocer y distinguir el pan bueno del pan malo?
Seguro que muchos de vosotros estáis pensando que, excepto por la variable del precio, a simple vista es complicado reconocer el pan bueno o el pan malo. Incluso el miedo más habitual es pagar de más por un pan que finalmente va a ser de mala calidad, porque… ¿cómo nos aseguramos que no nos están metiendo gato por liebre? Te dejamos algunos trucos para reconocer el pan bueno o el pan malo y así saber dónde puedes comprarlo con total confianza o cuáles son los sitios que debes evitar.
La conservación del pan es el primer signo que nos demuestra su calidad. Aunque en general siempre es mejor consumir el pan en el día, el pan barato no aguanta apenas de la mañana a la noche sin perder jugosidad y aroma.
Su sabor es otro factor con el que podemos comprobar la calidad de un pan. El pan barato suele tener un sabor mucho más artificial, incluso ni siquiera saber a nada por sí solo. Aunque el verdadero sabor de lo que consumimos con este ingrediente nos lo da el acompañamiento (las salsas, los aceites o los embutidos con los que nos lo tomemos), una vez que probamos el pan tradicional de buena calidad descubrimos que un simple bocadillo puede saber mucho mejor. La elasticidad de la miga, la dureza de la corteza y el sabor que nos deja un buen pan no se puede comprar con un pan low cost.
Como decimos, evidentemente si decides cambiar de panadería no sabrás si el pan es bueno o malo hasta que no lo hayas comprado, pero una vez que hayas tenido oportunidad de probarlo ya puedes saber si volver a ese establecimiento o continuar buscando un buen pan para tus comidas.
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Conservación:
Como decimos, la conservación del pan es, además de un signo para distinguir el pan bueno del malo, un beneficio asociado a esos panes de fermentación lenta. Aunque todos los panes pierden elasticidad de un día para otro, uno de buena calidad puede aguantar un poco más. Para mejorar su conservación también puedes introducirlo en alguna bolsa cerrada: evita que le dé el aire y lograrás que «sobreviva» un poco más.
También puedes congelarlo: el pan tradicional aguanta mucho mejor el proceso de descongelación que el pan barato que intentan vendernos hoy en día.
Sabor y olor:
El sabor también lo hemos comentado como una forma de diferenciar la calidad del precio y por supuesto también es un beneficio. En la comida siempre debemos buscar, además de que sea sana, que nos aporte un exquisito sabor. Como dice una frase célebre: «No hay amor más sincero que el amor por la comida». ¿Por qué renunciar al sabor del buen pan? Comer con un pan bueno o un pan malo puede marcar la diferencia de la comida.
Además, el olor también es otra variable: una «simple» barra de pan contiene una gran variedad de notas aromáticas. Y es que no hay nada como el delicioso olor del buen pan recién hecho, ¿no crees?
Valores nutricionales:
Fermentar la masa madre en su tiempo y modo correcto hace que las propiedades nutricionales del pan se disparen. El pan barato suele realizarse con levadura normal, lo que hace que además de perder los nutrientes contenidos en la masa madre, también nos engorde más.
En la alimentación siempre, por encima de todo, debemos apostar por ingredientes de calidad. El pan es un básico en nuestra nutrición y si ya por ahí comenzamos a fallar, no conseguiremos nutrirnos correctamente. ¡Apuesta por tu salud! Gastar unos cuantos céntimos más compensa.
Digestión:
Por último, hacemos relación al proceso digestivo. En este punto es tremendamente importante saber qué comemos, cuándo lo comemos y cómo lo hacemos. Párate a pensar: ¿a que cuando comes comida basura tus digestiones son más lentas y pesadas? ¿O incluso que con ciertos alimentos te duele el estómago o que otros te impiden dormir bien? Lo que comemos marca el estado de nuestra salud a todos los niveles, pero el primero que lo sufre es el estómago.
Apostar por el pan bueno en detrimento del pan barato es un básico para nuestras digestiones. Para explicarlo, de nuevo aludimos al proceso de fermentación lenta de la masa madre: el proceso que sufren las bacterias del pan hace que tengamos como resultado un alimento más fácil de digerir. Además, la presencia de enzimas como la fitasa (imprescindible para los intestinos) convierten al pan en un alimento muy completo, nutritivo y un básico que no debe faltar en la mesa.
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Entonces… ¿merece la pena comprar pan de buena calidad? Rotundamente, sí. Por su calidad nutricional, por su sabor y por su conservación, el pan barato al final nos sale muy caro. No te la juegues.
Fuente | Pan de masa lenta