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Sodio, para bien y para mal…

Sodio, para bien y para mal…

En un intercambio con amigos, de esos que habitualmente se hacen, si por casualidad se menciona el sodio nos aflora de inmediato la maliciosa, pero bien fundada idea que lo relaciona con su efecto de aumentar la presión arterial, y también como un factor de riesgo común de las enfermedades cardiovasculares y de los accidentes cerebrovasculares.

Los seres vivos no pueden realizar sus funciones vitales sin la participación del sodio sin sal
El sodio es imprescindible para la vida

Pero ¿es este el único comentario que podemos hacer acerca del sodio?

Como siempre sucede los humanos tomamos lo que nos interesa, o lo que pensamos nos puede afectar y lo convertimos en el motivo central de preocupaciones y por lo tanto de tema esencial de conversación para compartir con amigos y familiares.

Pero siempre hay una cara buena y una mala de las cosas. Y es que el sodio es fundamental para la existencia humana. De ello creo que no hay duda, tal y como lo reflejamos en un artículo anterior sobre el agua de mar y el origen de la vida en nuestro planeta azul donde exponemos algunas de las características de este electrólito esencial para los seres vivos.

La hipertensión arterial se relaciona con altos niveles de consumo de sodio
Se considera que altos consumos de sodio se relacionan con la hipertensión arterial

Pero también al sodio se le reconoce un papel protagónico esencial en el fisiologismo humano. Estas consideraciones de mantener niveles de sodio equilibrados a fin de mantener los volúmenes del cuerpo humano y la tensión arterial han sido demostradas esencialmente desde las publicaciones de Claude Bernard en 1850 con relación a la regulación del medio interno. Ratificados y ampliados estos postulados por el trabajo fantástico del fisiólogo Arthur Guyton y sus estudios en regulación de la tensión arterial y el papel riñón.

En síntesis, es una verdad incuestionable que el fisiologismo humano no se desarrolla normalmente sin sodio. Este sirve mantener constantes los niveles de líquidos intra y extra celulares y, junto al potasio, logra que se mantengan los gradientes de carga eléctrica que existen en las membranas celulares.

Andrew Mente, profesor de la Universidad de McMaster, en Ontario, Canadá, ha señalado que niveles altos de sodio son nocivos, pero también es perjudicial un nivel bajo de sodio.

¿Qué cantidad de sodio debemos ingerir?

De hecho la Asociación Americana del Corazón (American Heart Association, AHA) recomienda consumir menos de 1500 miligramos de sodio al día y nunca sobrepasar los 2300 miligramos. Tomemos como referencia una cuchara pequeña, esto sería el equivalente a una cucharita de las llamadas de postre.

Imagínense Ustedes lo que eso significa cuando en ocasiones compartimos mesa con amigos o familiares y vemos como se agitan los saleros y aportan una abundante cantidad de sal que se añade a las comidas, amén de la que se utilizó en la elaboración de estas, a lo que debemos sumar el aporte propio de los alimentos que vamos a ingerir.

Esto sin tener en cuenta que si tomamos algún medicamento es frecuente encontrar que en la composición de estos aparece el cloruro de sodio.

Es así como en estudios epidemiológicos acerca del consumo de sal se reporta que tan solo una de cada 20 personas en el mundo ingieren la cantidad de sodio que se aconseja.

Si pretendemos limitar la ingestión de sodio debemos recordar que el 80 % de lo que se ingiere proviene de los alimentos y no del salero.

¿No les parece que la suma total de todo esto puede llevarnos al borde, donde dice peligro?

El hecho cierto es que en estudios realizados para conocer el consumo de sodio que como promedio diario se ingiere encontramos que esta cifra está alrededor de los 3400 miligramos por día.

Eso significa que estamos enfrentándonos a unas 2,26 veces de lo que se aconseja y 1100 miligramos más del valor máximo permitido. ¡Sobran los comentarios!

Basado en estos resultados en un estudio hecho en los Estados Unidos de América se reporta que si se reduce el consumo de sodio en un 9,5%, se evitaría en el orden de 500 000 de ataques cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares. Esto significaría un ahorro evaluado en unos 32 000 millones de dólares en gastos médicos.

Y es que se parte del presupuesto de que altos niveles de sodio pueden incrementar la presión arterial, y esta situación dar lugar a que se desarrollen enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y finalmente fallo renal.

El sodio forma cristales
El sodio forma parte del equilibrio eléctrico de las membranas celulares

Otro acercamiento al tema es el potasio…

El consumo excesivo de sodio nos expone a otro grave daño, en este caso el que produce el déficit relativo de potasio en la salud. De esta manera se debe valorar la necesidad vital de mantener el equilibrio en la necesaria ingestión de ambos elementos químicos, sodio y potasio.

En los EEUU se ha detectado que en el orden del 23.1% de los estadounidenses adultos tienen lo que se puede considerar prehipertensión, mientras que un 29.5% adicional tiene todas las manifestaciones que los califica como hipertensos.

Pero lo interesante es que en paralelo al estudiar el consumo de sodio se encuentra que está por encima de lo que se debe considerar normal para caer francamente en el terreno de lo excesivo, y en contraste se reconoce que la cantidad de potasio que se recibe, alrededor de 2631 miligramos de promedio, resulta insuficiente.

Hasta donde podemos aceptar la relación sobreconsumo de sodio y las enfermedades cardiovasculares…

El alto consume de sodio, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es aquel que sobrepasa los 2000 miligramos por día, unos 500 miligramos más que lo establecido por la Asociación Americana del Corazón (AHA). La misma OMS considera que las pruebas sustantivas para establecer una relación causa/efecto entre altos consumos de sodio y la hipertensión arterial son aún insuficientes.

Al respecto se han hecho estudios en los que se demuestra que en 34 ensayos controlados la reducción de sodio disminuía la presión arterial independientemente que las personas tuvieran la presión elevada así como en personas que tenían la presión normal.

Al parecer esta aparente contradicción nos lleva de la mano a considerar que debemos buscar un punto intermedio pues no resulta beneficioso para la salud ninguna de las dos opciones, ni un consumo escaso ni un consumo excesivo de sodio.

Si las indicaciones del médico estriban en que es aconsejable disminuir el consumo de sodio por alguna circunstancia de carácter médico no lo dude ni un instante, debe seguir sus indicaciones.