Hoy ya existen un gran número de países donde más del 20 por ciento de su población es considerada en la categoría de adulto mayor, camino de la longevidad. Cuidar nuestra salud y nuestra alimentación son dos claves para vivir más años de calidad. En este artículo vamos a repasar las claves principales acerca de la longevidad.
Pero lo que aflora como noticia es que las mujeres son cuatro veces más propensas que los hombres a pasar de los 100 años de vida. El número de mujeres que viven 100 años aumentó un 50 por ciento entre 1990 y 2013, en comparación con un aumento del 30 por ciento para los hombres.
Y también llama la atención el reporte de que los hombres que llegan a 100 años tienden a ser más saludables que sus pares femeninas. Y en parte, no para justificarlo sino para explicárnoslo, encontramos que en el sector femenino es más frecuente sufrir fracturas de huesos o desarrollar más de un problema de salud crónico, como la diabetes, hipertensión, incontinencia o pérdida de la visión o la audición.
Los investigadores del King College de Londres estudiaron más de 11.000 personas centenarias en el Reino Unido, y en particular buscaron diabetes, derrames cerebrales, cáncer y artritis. Los investigadores también examinaron los riesgos de salud relacionados con la edad, incluyendo caídas, demencia, huesos rotos y problemas de visión.
En síntesis, los hombres padecen de menos enfermedades crónicas según reportan en una reciente publicación del 22 de junio en la revista de la Sociedad Americana de Geriatría.
Pero ¿que acontece en otros países?
Acerquémonos al escenario de los Estados Unidos de Norteamérica. Si bien los estadunidenses centenarios tienen características diferenciales con relación al resto de la población, un elemento que llama la atención, porque hace la diferencia, es el género de estos.
A escala nacional, la población centenaria pasó de 32,194 personas que tenían 100 o más años en 1980 a 53,364 centenarios en 2010, según los nuevos datos del Censo de población, lo que significa un incremento del 65.8 por ciento. En contraste, la población total solo ha aumentado 36.3 por ciento en el mismo lapso de tiempo.
Pero llama la atención que nuevamente es representativo, de que son abrumadoramente mujeres las que alcanzan los100 años. En el 2010, el 82.8 por ciento de los centenarios eran mujeres. De hecho las mujeres constituyen el 61.9 por ciento del grupo que tiene 80 años y 72.2 por ciento de personas en los 90.
Y al respecto un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard estudiaron a las personas que viven 100 años y más y concluyeron que la menopausia es un factor determinante para explicar las diferencias entre la longevidad de mujeres con relación a los hombres.
Según refiere Thomas Perls, geriatra de la Escuela de Medicina de Harvard la menopausia delimita con el fisiologismo de la mujer una primera etapa que garantiza la descendencia, es la edad fértil; y una segunda, postmenopáusica, que resguarda a las mujeres evitando los riesgos del embarazo pero les permite vivir lo suficiente como para que puedan encargarse de sus nietos.
La brecha entre el hombre y la mujer
Este razonamiento, sin embargo, no explica de forma aislada el por qué viven las mujeres mucho más tiempo que hombres. A nivel mundial las mujeres sobreviven a los hombres, a veces por un margen que llega a los 10 años.
La brecha de mortalidad varía en las diferentes etapas de la vida. Así tenemos que los hombres durante entre las edades de 15 a 24 años, tienen hasta cinco veces más probabilidad de morir que las mujeres.
Y esto se atribuye a que los varones, en la etapa del desarrollo puberal, demuestran un incremento en el comportamiento temerario y violento. De ahí que la mayoría de muertes de los varones en esta etapa están causadas por accidentes de vehículos de motor, seguidos por homicidios, suicidios, cáncer, y ahogamientos.
Después de los 24 años hasta la mediana edad, no se constata mucha diferencia en la mortalidad entre mujeres y hombres. Con posterioridad, entre los 55 y 64 años de edad mueren más hombres que mujeres, debido, fundamentalmente a la enfermedad cardiovascular, el suicidio, los accidentes automovilísticos, y las enfermedades como consecuencia de la práctica de fumar y el abuso del alcohol.
Otra diferencia lo aporta la influencia de hormonas sexuales. La testosterona, propia de los hombres, aumenta comportamiento agresivo y competitivo en jóvenes, incrementa los niveles de colesterol dañino, de ahí el potencial incremento de padecer enfermedad cardiaca o apoplejía.
Por otra parte, el estrógeno, hormona sexual femenina disminuye el colesterol dañino y eleva el llamado colesterol bueno, terapia sustitutiva que consiste en suplementar a la mujer postmenopáusica con tratamiento de estrógenos.
Algunos autores refieren que la selección natural ha hecho más aptas a las mujeres para vivir más. Mientras más viva una mujer envejece más lentamente, y por lo tanto puede prolongar su etapa fértil. Por consiguiente, la evolución natural seleccionaría los genes de tales mujeres sobre otros de las que mueren jóvenes.
Y en esta dirección se ha constatado que un número sorprendente de mujeres que alcanzó los 100 años de edad o más tuvieron partos cuando pasaban de los 40 años. Un estudio de centenarios en Europa por el Instituto Max Planck de Alemania encontró la misma relación entre la longevidad y la fecundidad.
Cerrando la brecha de la longevidad entre hombres y mujeres
Si esto es cierto, entonces los genes centenarios de las mujeres mantienen los secretos de una vida más larga, es decir de la longevidad.
Claro está, existen factores epigenéticos, es decir que están fuera del potencial genético que tiene la persona y que habitualmente son propios del entorno en que se desarrolla esta. Nos referimos a los factores ambientales donde vive: no es lo mismo sufrir el embate de las radiaciones solares de forma sistemática, o la injuria de los que fuman o son adictos a las drogas o el alcohol.
Si la persona común bebe, fuma, lleva una vida sedentaria o tiene malos hábitos alimentarios estamos hablando de disminuir entre cinco a diez años de la esperanza de vida promedio.
Pero ¿qué haría falta para vivir unos años 30 adicionales?
Se requiere el potencial genético que nos lleve de la mano de la longevidad, pero también que reduzcan la susceptibilidad a padecer de las enfermedades neurodegenerativas, es decir la enfermedad de Alzheimer y Parkinson, apoplejía, enfermedad cardiaca y cáncer, entre otros.
He ahí por qué el énfasis que se hace actualmente de estudiar los longevos, pues conocer los genes involucrados en la longevidad y cómo trabajan podrían brindar elementos definitorios a través del estudio de las poblaciones de personas que sobreviven 100 años o más.
Coincidimos que los centenarios son un tremendo recurso para el descubrimiento de los genes responsables o comprometidos en el envejecimiento. Y es que los 100 años se puede considerar como una excepción, no hablemos de algunas personas, como la francesa que alcanzó los 123 años que desde el punto de vista estadístico sería un evento que sucede una vez en 6 billones de probabilidades.
Lamentablemente las diferencias entre la esperanza de vida entre mujeres y hombres se va cerrando quizás debido a que las mujeres hoy en día están sometidas al mismo estrés que los hombres, y dentro de esto muchas, desgraciadamente, fuman y beben, llevan una vida sedentaria y absurdos hábitos de alimentación, en síntesis, una mala calidad de vida.
Al respecto dos investigadores, Perls y Fretts, señalan que en los pasados 20 años casi se han triplicado en las mujeres las muertes de cáncer de pulmón. Y son hechos que las fumadoras mujeres viven lo mismo que los fumadores hombres. Saque Usted sus propias conclusiones si quiere estar en el club de la longevidad.