Recientes estudios demuestran una estrecha relación entre la diabetes y la demencia al existir elementos sustantivos de que las personas que padecen de diabetes presentan más probabilidades de tener dificultades en las funciones del cerebro en correspondencia con el envejecimiento de la persona.
Al respecto investigadores de Dinamarca estudiaron el riesgo potencial de padecer demencia en 2.4 millones de personas con 50 años o más, que presentaba manifestaciones de depresión, diabetes tipo 2 o ambas, y los confrontó con personas sanas que presentaban ninguna de las dos condiciones.
Los resultados demostraron que los diabéticos elevaban en un 15 por ciento el riesgo de padecer demencia, en tanto la depresión lo hacía en un 83 por ciento y en un 107 por ciento si se encontraban las dos juntas, es decir diabetes y depresión.
En paralelo investigadores británicos y franceses estudiaron 1400 personas en las que estudiaron síntomas de demencia durante 7 años. Estos concluyeron que si se eliminaba la depresión y la diabetes mellitus se lograba reducir en un 21% la frecuencia de padecer demencia.
Siguiendo la búsqueda encontramos algo más que nos acerca a la veracidad de afirmar que existe relación entre la diabetes y la demencia. Relacionado con esto aparecen artículos en prestigiosas revistas médicas como son Neurology y New England Journal of Medicine donde se concluye de una forma u otra que elevados niveles azúcar en sangre (glicemia) durante un periodo de cinco años podrían relacionarse con un incremento del riesgo de padecer demencia.
¿En que se traduce estas observaciones resultado de investigaciones?
Si consideramos que en el mundo hay 387 millones de personas que padecen diabetes, es decir una de cada 12 personas que habita el planeta, se pone de manifiesto la importancia del tema sobre todo si tenemos en cuenta que los diabéticos tienen elevados niveles de glucosa o azúcar en la sangre, como consecuencia de que el organismo no produce o no utiliza de manera adecuada la insulina, hormona que permite la conversión de la glucosa en energía útil.
No todo está perdido… ¿qué podemos hacer para luchar contra la demencia?
Pero lo más importante es que se puede controlar estas alteraciones del metabolismo de los azúcares mediante el uso de adecuados tratamientos bajo la supervisión del médico.
Pero más aun siguiendo una vida sana, tanto en alimentación como en la referente a la práctica de ejercicios físicos de forma sistemática.
En otros términos, vivir atendiendo estos aspectos puede contribuir de forma trascendente en evitar las complicaciones propias de la diabetes, que como hemos visto en otros artículos pueden llevarnos a padecer de enfermedades cardiovasculares, la retinopatía del diabético que conlleva la pérdida parcial o total de la visión y que comúnmente se identifica como ceguera. También puede acarrear daño renal con la correspondiente insuficiencia o fallo renal, enfermedades de la circulación e incluso desembocar hasta la muerte.
De hecho, la Organización Mundial para la Salud (OMS) considera que 1.5 millones de personas fallecieron en el año 2012, y tuvieron como causa directa la diabetes.
A estas consideraciones ser debe sumar la demencia como una complicación más, incluyendo la enfermedad de Alzheimer. Este acercamiento nos permite comprender por qué el aumento del nivel educacional se considera que podría coadyuvar en la reducción de un 18% de nuevos casos de demencia en un período de siete años en la población en general.
Al considerar la diabetes como un factor de riesgo para el desarrollo de la demencia no deja lugar a dudar de que la lucha contra la diabetes puede ayudar en la batalla contra la demencia.