Los avances tecnológicos contemporáneos crean las condiciones necesarias, y más aún favorables para que la obesidad se incremente de forma preocupante.
Y es que estar sentado frente a un televisor, o el ordenador, pero más aún, con los teléfonos inteligentes y las tabletas, todas estos brindando una amplia gama de formas de entretenerse, dejando de lado la vida activa y la práctica de ejercicios. De hecho, esta es una de las causas de la peligrosa obesidad infantil.
A esto debemos sumarle que la mayoría de los trabajos tienen un fuerte componente de ejecución de sus deberes que se hacen sentados, con todas las implicaciones que esto conlleva.
En fecha reciente se hizo un estudio acerca de las horas que los obesos o personas con sobrepeso pasan sentados y para asombro, incluso de ellos mismos, arrojó que pasaban más de 6 horas diarias sentados.
Entre las personas que participaron en el estudio resulto posible agruparlas en tres grupos homogéneos. Estos son:
- Los que tienen trabajos sedentarios, fundamentalmente de tipo administrativo, o de atención a la población, que están muchas horas sentados porque desarrollan su trabajo fundamentalmente con el ordenador.
- Otro grupo está constituido por jubilados y amas de casa
- Estudiantes en cualquiera de los niveles de educación incluyendo aquellos que están vinculados con actividades de formación continuada, que obligatoriamente deben permanecer muchas horas sentados, tanto recibiendo clases así como en el cumplimiento de los deberes.
Y a pesar de estar conscientes de que el sobrepeso puede acarrearles serios problemas de salud como pueden ser el molesto dolor en la espalda, problemas en las articulaciones, problemas circulatorios así como alteraciones síquicas sintiéndose cansados y de mal humor.
¿Cómo evitar estar muchas horas sentado?
Si quieres estar menos horas sentado puedes hacer actividades que conlleven moverse cada cierto tiempo, como pueden ser levantarse con cierta periodicidad a tomar agua, caminar y subir o bajar escaleras cada 30 minutos mas menos, incluyendo refrescar la vista si estás trabajando con el ordenador.
Si te encuentras en la casa puedes convoyar actividades, como pudiera ser planchar a la par de ver la televisión, levantarse coincidentemente a la puesta de los anuncios , desarrollar actividades al aire libre en lugar de estar en casa .
Otra opción conlleva aprovechar los momentos de ocio y combinarlos con actividad física como puede ser jugar con sus hijos o simplemente ir al parque, sacar el perro a pasear, bailar, hacer ejercicios en casa, y en lugar de ir en algún medio de locomoción mecánico desplazarse caminando.
Así las cosas podemos pensar que ya tenemos la solución para no ser obeso…
Lejos de eso, otro factor a considerar es la relación obesidad- consumo energético, es decir cantidad y calidad de comida que se ingiere.
Sin embargo otro factor nada despreciable y que resulta de gran impacto en el desarrollo de la obesidad es el factor genético, vertiente que cada día cobra más vigencia y fuerza.
Esto ratifica el concepto de que la obesidad es una enfermedad multifactorial y compleja consecuencia de la interacción entre factores ambientales, conductuales y genéticos, que influyen en la respuesta, de carácter individual a la actividad física y la dieta.
De esta forma la obesidad tiende a presentarse en familias, sin poder considerar que su forma de herencia se corresponda a los patrones conocidos, donde la predisposición a la obesidad resulta similar entre los individuos genéticamente relacionados.
Al respecto se reporta en un estudio desarrollado por la Asociación Americana de la Diabetes que estudió en células madre del cordón umbilical de mujeres obesas si se podía transmitir la obesidad a sus hijos de forma genética.
Se reconoce que hasta el momento actual existen en el orden de unos 120 genes involucrados de forma inconsistente con la obesidad, como el gasto energético, la composición y distribución de grasa corporal, entre otros.
Un fuerte candidato es la modificación genética de elementos relacionados con la vía de la leptina-melanocortina y su relación con la obesidad, al considerarse que esta vía integra señales para la regulación del gasto energético así como del apetito.
No obstante se considera que aún no existe variante genética alguna que permita establecer una sólida asociación vinculada con el riesgo de padecer obesidad.