El hígado graso o esteatosis hepática es una enfermedad generalmente benigna que se produce por la acumulación en exceso de grasa en el hígado, fundamentalmente ácidos grasos y triglicéridos. Existen una serie factores que predisponen a esta afección siendo una de las fundamentales la obesidad.
Diferentes estudios demuestran que entre un 75 y un 80% de las personas que tienen esta afección presentan al mismo tiempo sobrepeso u obesidad, además de otros problemas metabólicos y funcionales.
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Como aún no hay un tratamiento establecido, lo mejor es prevenir su aparición, y de ya existir adecuar el estilo de vida a una manera saludable que evite su progresión.
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¿Qué es la esteatosis hepática?
El hígado graso es conocido en términos médicos como esteatosis hepática, y es un padecimiento por el cual el hígado acumula grasa de manera anormal. En dependencia de las cantidades acumuladas, será menos o más severo.
Normalmente el hígado tiene grasa por debajo de un 5%, cuando es menor de un 10% se considera una esteatosis leve. Cuando entre el 10 y el 30% de los hepatocitos acumulan grasa se considera una esteatosis moderada y si llegan a más del 60% se considera una esteatosis severa.
Esta acumulación de grasa puede producir un estado inflamatorio llamado esteatohepatitis y si sigue progresando puede llegar a la cirrosis. Los cambios anteriores afectan directamente las funciones del hígado y provoca daños algunos de ellos irreversibles.
Esta enfermedad se presenta en dos tipologías diferentes: el hígado graso alcohólico y el hígado graso no alcohólico. En el primero aparece generalmente al año del abuso del consumo de alcohol, mientras que en el segundo predominan las causas de orden metabólico como la obesidad, dislipidemia, la diabetes, y la hipertensión.
Su prevalencia en adultos es de un 20 a un 30% y puede llegar a un 75% en personas con obesidad y diabetes tipo 2. El hígado graso no tratado deviene en cirrosis hepática en el 20% de los casos, y en cáncer de hígado en un 2%. Es la segunda causa de trasplante de hígado en los Estados Unidos de América.
¿Hay personas más predispuestas al hígado graso?
Las causas específicas que provocan el hígado graso no están determinadas, pero sí existen factores de riesgo que inciden en una mayor ocurrencia de esta enfermedad. Entre estos factores que influyen en la aparición de la esteatosis hepática se encuentran la ingesta de alcohol y el consumo exagerado de grasas en la alimentación, en especial las procedentes de la comida chatarra, harinas refinadas y dietas ricas en azúcares.
Están potencialmente predispuestos a padecerla, además, aquellos pacientes que tienen diabetes tipo 2 o son prediabéticos, los obesos, las personas de edad mediana, aquellos que bajan bruscamente de peso, el sufrir de hipertensión arterial, los que consumen algunos tipos de medicamentos y ciertas infecciones como es el caso de la hepatitis C. Se ha planteado además que puede tener un componente hereditario.
¿La esteatosis hepática se puede sospechar?
De forma general, la sintomatología del hígado graso es silenciosa, o sea que aparece cuando ha progresado a un estadío crónico e irreversible. De ahí la importancia de chequearse periódicamente y tomar medidas de prevención, a fin de evitar la aparición y el desarrollo de esta enfermedad.
Algunos síntomas que pudieran ser perceptibles son dolor en la parte superior derecha del abdomen, cansancio constante, malestar generalizado, pérdida de peso, sensación de pesadez y la aparición de un tono amarillento en la piel y las conjuntivas, conocida como ictericia.
¿Cómo se efectúa el diagnóstico de esteatosis hepática?
Por lo general el diagnóstico del hígado graso se produce cuando se acude al médico por otra causa y es encontrado de forma fortuita, porque en una primera etapa no produce síntomas es por eso que se considera una enfermedad silenciosa. Generalmente cuando el paciente acude a consulta por dolor, ictericia, cansancio extremo u otras manifestaciones es que se encuentra en un estado más avanzado.
El diagnóstico se basará en los antecedentes, en el examen físico, análisis de sangre y pruebas de funcionamiento hepático. Los exámenes de imágenes como ultrasonido, Tomografía Axial Computarizada y la Resonancia Magnética Nuclear podrían ser necesarios. En algunos casos se requiere la biopsia hepática.
Mediante estos criterios el médico comprueba si el hígado presenta algún tipo de anomalía o disfuncionalidad. También evaluará las posibles causas, revisará los medicamentos que consume, si la afección es debida al exceso de consumo de alcohol o si está asociada a disfunciones metabólicas.
¿Existen tratamientos para el hígado graso?
No existe un medicamento como tal que puede tratar la esteatosis hepática. Los cambios en el estilo de vida y el adecuado tratamiento y control de las enfermedades que en muchas ocasiones acompañan al hígado graso son las mejores alternativas.
Entre los factores de riesgo que es necesario controlar ocupa el lugar cimero la obesidad y en especial la cintura de gran tamaño. También se deben de tratar la hipertensión arterial, la diabetes mellitus tipo 2, así como las concentraciones elevadas de colesterol en sangre y de triglicéridos y el síndrome metabólico.
En la actualidad se evalúan los posibles beneficios de ciertos medicamentos para la diabetes y tomar vitamina E, si bien aún no existe una respuesta concluyente.
Una vez que se modifica el estilo de vida y se establece el plan a seguir de acuerdo con las causas que motivan la esteatosis hepática, se requiere el seguimiento médico periódico para evaluar la efectividad del programa para la pérdida de peso, la evolución del hígado y de los indicadores sanguíneos.
¿Cuáles son las consecuencias de la esteatosis hepática?
La gran mayoría de la personas- alrededor de un 90%- serán capaces de evolucionar favorablemente y que no progrese su afección, sin embargo se estima que alrededor de un 10% desarrollarían la Esteatohepatitis o sea la inflamación que podría progresar a una cirrosis.
Como resulta difícil establecer el diagnóstico de forma temprana, por lo general cuando el paciente acude a consulta ya presenta una disfuncionalidad en el hígado notable, que puede devenir en cirrosis hepática o cáncer.
Las personas que tienen hígado graso con afección hepática menos grave, aunque tienen acumulación grasa no hay daños a nivel celular ni funcional, pero se deben evitar futuras complicaciones mediante cambios en el estilo de vida.
¿Cómo adelgazar si tengo un hígado graso?
En el caso de las personas obesas, tanto las dietas como los ejercicios se debe realizar sin exagerar, pues bajar bruscamente el peso corporal puede provocar que aparezca el hígado graso o, si ya se padece, agravarlo.
De forma general si tienes sobrepeso u obesidad, con solo bajar de un 3 a 5% de tu peso corporal puedes reducir la grasa acumulada en tu hígado. En ocasiones es necesario llegar hasta un 10%. Se recomiendo en un año no perder más de un 7% de tu peso. Se ha observado que una pérdida de peso entre un 4 y un 14% se relaciona con un descenso de los triglicéridos intrahepáticos entre un 35 a 81%.
Lo ideal en estos casos es acudir a un nutricionista para recibir consejo de cómo organizar tu plan de alimentación, pero es básico el consumo de alimentos saludables y balanceados acorde con tu gasto energético. Reducir el tamaño de las porciones y realizando actividad físicos de forma regular.
Evitar un elevado consumo de grasas, azúcar y alcohol y en especial los alimentos rápidos o comida chatarra. Los pasteles elaborados con harainas refinadas y los refrescos gaseados deben ser eliminados del consumo cotidiano.
Lo ideal es incrementar los vegetales y frutas en tu ración diaria, pues son depurativas y antioxidantes. Aumentar el consumo de pescado azul, brócoli, pimiento verdes, nueces, espinacas y tomates y aguacates, pues son ricos en vitamina A, C, E y selenio. Muy beneficioso resulta mantener una buena hidratación, deben tomarse al menos dos litros de agua.
Y como conclusión final…
Con la convicción y la seguridad de que el hígado graso es prevenible, podrás adoptar las medidas que te ayudarán a evitarlo o no agravarlo en caso de ya tenerlo. Para ello es imprescindible perder las libras en exceso, decir adiós al sedentarismo y tener hábitos saludables de alimentación y de vida. La esteatosis hepática es definitivamente una enfermedad reversible que puede curarse y evitar que aparezca nuevamente, de ti depende, enfréntalo y gánale la batalla a la obesidad y a la esteatosis hepática.