El herpes zóster es conocido además con el nombre de culebrilla, culebrina, fuego de San Antonio o culebrón. Esta es una enfermedad infecciosa provocada por el mismo virus causante de la varicela. Normalmente los síntomas del herpes zóster se presentan en la piel y hacen posible identificarla.
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Esta enfermedad aparece en forma localizada en la región del nervio afectado y se caracteriza por una erupción con ampollas que suelen ser muy molestas y posteriormente puede desarrollarse la neuritis pos herpética que es sumamente dolorosa. Esta enfermedad puede ser prevenida con un correcto esquema de vacunación y, en caso de presentarla, sus molestias pueden atenuarse y aunque puede ser dolorosa no conlleva ningún riesgo para la vida.
Aunque el término “herpes” engloba también a los virus que causan el herpes labial y genital, el herpes zóster no guarda relación directa con ellos y no se transmite por contacto sexual.
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Causas del herpes zóster
Si padeció en algún momento de varicela, el virus permanece latente en el tejido nervioso, próximo a la médula espinal y el cerebro. Ante determinadas situaciones puede reactivarse y afectar los nervios periféricos en el cuerpo, incluso aunque hayan transcurrido varias décadas desde que padeció la enfermedad.
No importa si usted recuerda o no haber padecido la enfermedad de niño, porque en ocasiones los síntomas de la varicela pueden pasar inadvertidos. El virus permanece de forma inactiva dentro del cuerpo sin uno saberlo, hasta que se manifiestan los síntomas del herpes zóster, afectando las terminaciones nerviosas de la piel y la zona cutánea implicada.
Puede presentarse a cualquier edad, aunque son más propensos a padecerla las personas mayores de 60 años o aquellas quienes tuvieron varicela antes de un año de vida. Otra de las causas de su aparición es un sistema inmunológico comprometido o débil, ya sea por enfermedad o por el efecto de algunos medicamentos.
Si la persona tiene un contacto directo con la erupción causada por el herpes zóster y no tuvo varicela o no fue vacunada contra esta, entonces presentará varicela en lugar de culebrilla.
Resulta importante destacar que no todas las personas que han padecido varicela desarrollarán herpes zóster, pero sí todas las personas que tienen herpes zóster han padecido antes de varicela.
Cuáles son los síntomas del herpes zóster
Entre los síntomas del herpes zóster más evidentes, se encuentran el ardor, dolor, entumecimiento u hormigueo en zonas de la piel, sobre todo en un solo lado del cuerpo. Estos pueden ser severos y aparecen antes de la erupción. Por lo general siguen el trayecto del nervio que se afectó, ya sea saliendo de las raíces nerviosas de la columna vertebral, tomando alrededor de las costillas, tanto en la zona anterior o posterior de la caja torácica anterior como posterior. En ocasiones se dispone como un cinturón. También puede afectar otras zonas como la cara, los ojos, la boca, las manos y los oídos.
Aparece como una especie de parches en la piel y luego ampollas pequeñas que cuando se rompen pueden ulcerarse, para luego secarse y formar costras que se caen en unas 2 o 3 semanas. Es común que queden cicatrices.
Otros síntomas pueden ser dolor abdominal, fiebre, escalofríos, cansancio y malestar generalizado, dolor de cabeza persistente, dolores articulares, sensibilidad a la luz e inflamación de los ganglios. En el caso de que afecte el rostro, los síntomas más recurrentes son la dificultad de movilidad de los músculos faciales, caída de parpados, hipoacusia, problemas con el gusto y la visión.
Diagnóstico y tratamiento del herpes zoster
Una vez que ya conoces los síntomas del herpes zoster, si sospechas que la estás padeciendo debes acudir al médico. El diagnóstico del herpes zóster consiste en un examen clínico general y especifico de la piel y preguntas generales sobre antecedentes de salud. Rara vez se toman muestras de piel.
Por lo general se indica un medicamento antiviral que ayuda a evitar las complicaciones, antibióticos locales para prevenir una posible infección de las lesiones y acortar la duración de la enfermedad. El tratamiento antiviral es más efectivo cuando comienza antes de las 72 horas de la aparición de los primeros síntomas.
Los medicamentos suelen ser en forma oral, si bien no se descarta que en algunos casos sea necesario suministrar el medicamento vía intravenosa. Generalmente se indican corticoesteroides para disminuir la inflamación y el dolor, antihistamínicos para aliviar la picazón sea vía oral o aplicados directamente sobre la piel y cremas analgésicas locales para disminuir el dolor.
Pueden tomarse medidas caseras que incluyen aplicar compresas húmedas y frías sobre la zona afectada, reposar y mantenerse alejado de las otras personas para evitar contagios, especialmente a aquellos miembros de la familia que no hayan tenido varicela o las mujeres embarazadas.
Ante la aparición de cualquiera de los síntomas de los herpes zoster antes mencionados, lo indicado es acudir de inmediato a su médico o proveedor de salud, pues el herpes zóster de no atenderse a tiempo puede dejar secuelas, especialmente si afecta los nervios del rostro.
Algunas posibles complicaciones del herpes zoster
Aunque el herpes zóster desaparece en las 2 o 3 semanas posteriores a la afectación de los nervios el paciente puede presentar debilidad muscular, e incluso parálisis temporal más allá de este periodo y en determinados casos de forma permanente.
El dolor en la zona donde se presentó la culebrilla puede durar como una neuralgia posherpética durante años. Esta complicación ocurre con mayor frecuencia en personas de 60 años o más.
Otras complicaciones incluyen un nuevo brote de culebrilla, la aparición de infecciones cutáneas bacterianas oportunistas, ceguera, sordera e infecciones severas en aquellas personas con un sistema inmunológico débil.
El síndrome de Ramsay Hunt es otra de las complicaciones relacionadas con el herpes zoster. En este caso es cuando la erupción de la culebrilla se localiza en el nervio facial cercano a uno de los oídos. En este caso la persona pudiera padecer además de las lesiones cutáneas de una parálisis facial y de sordera en el oído afectado.
Prevención del herpes zóster
La vacunación de los niños contra la varicela es una medida de prevención eficaz contra el herpes zóster, y es efectiva en aquellas personas que tengan más de 50 años de edad y que no hayan padecido de la enfermedad. Disminuye el riesgo de padecer culebrilla hasta en más de un 70%. Incluso, si se presentara el herpes zóster en las personas que han sido previamente vacunadas, su tasa de complicaciones es mucho menor.
Otra medida importante para prevenir la infección con Herpes zóster es evitar el contacto con personas que ya se encuentren infectadas, si nunca se ha padecido esta enfermedad, o no ha sido inmunizado con la vacuna contra la varicela.
Vacunas específicas contra el herpes zoster
Afortunadamente existen vacunas específicas contra la culebrilla para personas de más de 50 años y es aún más necesaria si además padecen de enfermedades crónicas como la diabetes y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Existen dos vacunas ya aprobadas por su uso en América, Europa y España en particular la Zostavax y Shingrix. Estas vacunas son diferentes a la empleada para combatir la varicela en la infancia.
Los estudios internacionales demuestran una elevada eficiencia y las personas inmunizadas disminuyen en un gran por ciento el riesgo de sufrir de complicaciones provocadas por esta enfermedad.
Las personas que desean recibir la vacuna contra el herpes zóster tienen dos opciones: Zostavax y Shingrix.
Zostavax
Es una vacuna con virus atenuado, se administra en una sola dosis y ofrece protección por 5 años. Fue aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos de América (FDA), desde el 2006.
Shingrix
Es una vacuna aprobada por la FDA en 2017 es una vacuna elaborada con un componente del virus. Se requieren dos dosis por vía intramuscular, con un intervalo entre dos y seis meses. Protege por más de 5 años, tiene una efectividad superior a la Zostavax.
La vacuna contra el herpes zóster se usa solo como una estrategia de prevención, no de tratamiento de la enfermedad. En España está disponible pero su cobertura por el sistema de sanidad público varía entre las diferentes comunidades autónomas.
Ante cualquiera de los síntomas mencionados, y con toda la información que Actitud Saludable te proporciona, de presentarse algunos de los síntomas del herpes zóster lo mejor es no perder tiempo y acudir de inmediato a tu médico.