Prácticamente lo primero que pudiéramos recordar de nuestra llegada al mundo estaría relacionado con el aparato respiratorio: ¡el niño respiró bien!
Y esta proverbial expresión nos acompañará de por vida. Y es que respirar es sinónimo de vivir, al punto de que otra sui-generis expresión nos lleva de la mano a los últimos instantes de vida de un ser humano: “hasta el último aliento”.
Y es que la principal función del aparato respiratorio es un eficiente sistema de intercambio de gases.
Así podríamos hacer casi interminable aquellas expresiones comunes que reafirman el carácter esencial que juega el aparato respiratorio en mantener la existencia humana.
Pero la moraleja del caso es que no siempre lo cuidamos adecuadamente. Y en ocasiones no tan solo no lo cuidamos sino que lo maltratamos, como es el caso de los fumadores que agreden el aparato respiratorio en cada bocanada que inhalan del humo de cigarrillos.
Para entender mejor el aparato respiratorio, conozcamos su anatomía
El aparato respiratorio se puede dividir en dos partes: las vías respiratorias superiores y las inferiores, separadas por la epiglotis. Este complejo y esencial aparato está conformado por las siguientes partes:
- Nariz
- Faringe
- Laringe
- Árbol traquebronquial
- Pulmones
De hecho, cada una de ellas cumplimenta funciones trascendentales para las que encontrarás correspondencia con su anatomía. Así la nariz se convierte en un laberinto que garantiza que se estabilice la temperatura externa e interna, así como la humedad del aire inspirado.
Y así sucede con cada una de ellas. Y entre sus funciones encontramos posibles alternativas para resolver cuando existen las enfermedades y situaciones anormales.
Acerquémonos a posibles soluciones en el más común de los casos: la obstrucción de los conductos del aparato respiratorio.
Existen los denominados canales de comunicación bronquial y alveolar. Estos son estructuras que sirven como vías de ventilación colateral en situaciones de obstrucción de las vías aéreas, como ocurre cuando se padece de asma o bronquitis. Estos comprenden los llamados poros alveolares, la membrana alveolocapilar, que es una estructura que permite el intercambio de gases. Esta membrana alveolocapilar está formada por:
- Epitelio alveolar, que separa el espacio intersticial del gas contenido en los alvéolos pulmonares en función de ser una capa continua de células epiteliales
- Endotelio capilar: que es una membrana que separa el espacio intravascular, o sea, el que está dentro de los vasos sanguíneos, con el llamado espacio intersticial. Este está formado por extensiones de las células endoteliales; y se caracterizan por tener gran número de poros pequeños a través de los que ocurre el transporte pasivo de líquidos sin dejar pasar las proteínas.
Como se defiende el aparato respiratorio
Si consideramos que el epitelio del aparato respiratorio constituye la mayor superficie anatómica del organismo humano y que se encuentra expuesta a los llamados agentes externos, no es extraordinario que las infecciones respiratorias se encuentren entre las más abundantes que afectan al ser humano.
Para preservar la función respiratoria, existe un importante sistema de mecanismos locales de defensa pulmonar, fundamentalmente contra las infecciones del aparato respiratorio. Estos mecanismos, que en ocasiones se combinan e interactúan entre sí, tienen varios componentes que pueden ser mecánicos, como la tos, el estornudo y la expectoración.
Conozcamos uno de los más importantes y frecuentemente utilizado sistemas de defensa: el reflejo de la tos
La tos es un reflejo complejo que comienza con estimulación que son conducidos al sistema nervioso central (centro de la tos) desde donde se envían los impulsos que estimulan los músculos respiratorios con su consiguiente contracción y aumento de la presión intratorácica.
El tipo de mecanismo de defensa que interviene está determinado no solo por la composición del material aspirado, sino también por el sitio donde se deposita.
Así, si se trata de mucus respiratorio, que a fin de cuentas es una mezcla compleja que se produce predominantemente por las glándulas mucosas y otras células productoras de mucus.
Cada día se transportan 10 ML de mucus hacia la parte superior del aparato respiratorio. Este volumen se incrementa 20 ó 30 veces en presencia de bronquitis crónica u otras enfermedades respiratorias.
Un caso particular por su importancia al ser de las enfermedades más frecuentes del aparato respiratorio…
Nos referimos a la neumonía, que frecuente aparición en personas de edad avanzada llevó a Sir William Osler a calificarla como “la amiga del hombre viejo”. En personas mayores de 75 años puede aparecer en 30 de cada 1 000 personas, en contraste con 5/1 000 en la población en general.
El que los ancianos estén particularmente predispuestos a la infección respiratoria, está dado por la combinación de cambios anatómicos y fisiológicos del aparato respiratorio relacionados con la edad y por la afectación de la función inmunológica de estas personas, pero el factor que mayor peso tiene son las enfermedades concomitantes como son diabetes, enfermedad cardiovascular entre otras.