Con el paso de los años, el cuerpo se va modificando. Nos salen canas, nos encorvamos un poco, ya no vemos ni oímos tan bien como cuando éramos jóvenes, los alimentos pueden no sabernos igual, el sol nos lastima más… Muchas de estas cosas ocurren por lo que se conoce como el envejecimiento de los sentidos.
Los sentidos son la visión, la audición, el olfato, el tacto y el gusto. En este artículo nos concentraremos en dos de ellos, los que el envejecimiento afecta más: la visión y la audición, que nos permiten en gran medida nuestra vida de relación, aunque no dejaremos de ver algunos aspectos del olfato y el gusto.
Los cambios en los sentidos debido al envejecimiento pueden hacer que cambiemos la forma en que vivimos. Estos cambios pueden traernos dificultades para disfrutar algunos momentos de esparcimiento que pueden conllevar a sentir cierto grado de soledad, porque nos retraemos nosotros mismos o por incomprensiones de las personas que nos rodean.
Los sentidos nos permiten recibir información del medio ambiente, y esto nos permite en gran medida llevar nuestra vida de relación. Para que los sentidos funciones, se necesita que sean estimulados por la luz, las voces, ruidos o música, por el contacto con otra persona objeto, por el olor y sabor de una rica comida. Con el envejecimiento de los sentidos, el nivel de estímulo que se necesita para que “sintamos” a través de nuestros sentidos debe ser mayor.
Debemos distinguir lo que ocurre con el envejecimiento y lo que es debido a enfermedades. Con el paso de los años ocurren cambios que son normales, pero por otro lado, aumenta la probabilidad de un grupo de enfermedades. Es importante destacar algo: ninguna enfermedad es causada por la edad, en otros términos, tampoco el envejecimiento es una enfermedad.
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Cuentan que una anciana fue a su doctor por dolor en una rodilla. Después de unas cuantas preguntas y radiografías, el doctor le dijo: – no se preocupe, señora, lo que tiene es por la edad. Entonces, la anciana, con suspicacia, le pregunta- y si la otra rodilla tiene la misma edad, ¿por qué no me duele?
Casi siempre, cuando vemos menos u oímos menos, se debe a una enfermedad. Por ellos es importante que visite a su médico cuando le ocurra algo de esto. No dejes que le echen la culpa a los años.
El sentido de la visión y su envejecimiento
Los ojos cambian con el envejecimiento. Se reacciona más lentamente al cambiar de lugares oscuros a lugares iluminados, y nos adaptamos menos a la luz brillante. La capacidad de distinguir bien los objetos, conocidos como agudeza visual, disminuye con el tiempo.
Luces que antes toleraba se vuelven ahora más deslumbrantes. La capacidad de adaptación del ojo humano a los cambios de luz disminuye con el envejecimiento. Este deslumbramiento puede hacer que dejemos de manejar autos de noche.
Todas las personas tienen una capacidad de ver lo que pasa a nuestro alrededor sin mover los ojos. Es lo que se conoce como campo visual, el cual disminuye con el paso de los años. Los ojos de las personas mayores no producen muchas veces la suficiente cantidad de lágrimas, lo que provoca la resequedad de los mismos, que puede favorecer la aparición de inflamaciones e infecciones.
Todo lo que hemos visto hasta ahora ocurre normalmente con el envejecimiento. Pero con el tiempo, hay enfermedades que son más comunes, que aunque se pueden ver a otras edades, son menos frecuentes cuando se es joven.
Las tres enfermedades más frecuentes del ojo son las cataratas, el glaucoma y la degeneración de la mácula por la edad.
Las cataratas ocurren cuando el cristalino, que es una de las estructuras internas del ojo, se vuelve opaco. El principal síntoma que se manifiesta es la visión “nublada”.
El glaucoma se presenta cuando aumenta la presión dentro del ojo. Normalmente, existe líquido en el interior del ojo, que tiene una presión determinada. Cuando esta presión aumenta, se produce el glaucoma. Los principales síntomas son el dolor ocular y la dificultad para la visión.
La degeneración de la mácula ocurre por el paso de los años. La mácula es una parte muy importante del ojo que se encuentra en la retina, y cuando ocurren en ella cambios degenerativos, la visión central (lo que vemos en el centro de nuestro campo visual) comienza a verse borroso. El principal síntoma es la ceguera central.
La mayoría de estas enfermedades son tratables hoy en día, algunas se curan (cirugía de cataratas) y otras mejoran o se estabilizan en el tiempo. El uso de lentes, o de lágrimas artificiales ayudan mucho cuando de ver mal o de ojos resecos se trata. Pero siempre consulte a su médico y explíquele lo que le sucede.
El sentido de la audición
Normalmente se habla del sentido de la audición, pero realmente a través de ellos logramos dos funciones muy importantes: una es oír, y otra es conservar el equilibrio.
Con el envejecimiento tendemos a oír menos y a tener problemas con el equilibrio cuando nos levantamos de la cama o de un asiento o cuando caminamos.
La disminución de la capacidad de oír que ocurre con el paso de los años se llama presbiacusia. Habitualmente afecta a los dos oídos. Podemos sentir que estamos oyendo menos, pero a veces nos hablan y no podemos distinguir las palabras, como si no lográramos “descifrar” lo que nos están diciendo.
Desde el punto de vista del equilibrio, hay una parte del oído llamado oído medio, que además de la audición, interviene en el equilibrio. Puede haber, acompañando al envejecimiento, una disminución de la velocidad de reacción del organismo a los cambios de posición del cuerpo, y esto ocurre principalmente cuando estamos acostados o sentados y nos paramos, o cuando alguien nos llama desde atrás y giramos la cabeza.
Ya fuera del envejecimiento normal, se puede presentar “como si tuviera un grillo dentro del oído”, que se caracteriza por ser un ruido constante conocido como tinnitus. Puede ser motivado por algunos medicamentos que lastiman el oído o por creación de cerumen. Este último también puede ser causa de disminución de la audición y de mareos.
Cuando notamos que estamos oyendo menos, debemos acudir al médico. Muchas veces una prótesis auditiva o un lavado de oídos realizado por personal sanitario ayuda a oír mejor. Cuando nos levantamos de la cama o asiento, si lo hacemos más lentamente podemos reducir la posibilidad de que nos den mareos. Si nos llaman desde atrás, debemos virar el cuerpo y no la cabeza, eso hace que se nos produzcan menos mareos.
Los sentidos del olfato y el gusto
Por último, y no menos importante, veremos los cambios que el tiempo produce en los sentidos del olfato y el gusto. Ambos sentidos están muy interconectados, pues casi todos los sabores están relacionados con determinados olores. Cuando uno tiene gripe le cuesta trabajo percibir el sabor de los alimentos, y eso ocurre por tener la nariz con secreciones por la gripe que dificultan el paso del aire.
Se produce menos saliva cuando con el paso de los años, lo que provoca que la boca se reseque y esto puede disminuir el sentido del gusto. El no ser capaz de degustar una buena comida, además de hacernos sentir mal, puede disminuir las relaciones sociales de las personas.
El hábito de fumar es el principal factor que produce disminución de la capacidad de oler y tomarle el gusto a los alimentos. En ocasiones algunos medicamentos, o un cambio en la sazón habitual de los alimentos también lo producen. Si nota que puede saborear menos las comidas o identificar olores, acuda a su médico.
Es cierto que hay envejecimiento de los sentidos pero también es cierto que atendido a tiempo se puede optar por diferentes alternativas de solución que contribuyen a disfrutar esa etapa de nuestras vidas.
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