El uso de los antibióticos en el tratamiento de las enfermedades infectocontagiosas tras los descubrimientos de la penicilina y las sulfamidas ha constituido un acontecimiento sin precedentes.
Y no es para menos pues el lograr la cura y el control de las infecciones permitió modificar favorablemente el panorama de la salud de las personas adultas, en el que estas afecciones ocupaban el primer lugar entre las causas de muerte.
El desarrollo de los tratamientos con antibióticos ha determinado una auténtica transformación que no tan sólo ha cambiado la historia de la farmacología y la de la medicina, sino que podemos expresarlo, sin temor a equivocarnos, que ha sido uno de los hechos de mayor repercusión en la historia de la humanidad.
¿Y cómo surgieron los antibióticos?
El empleo de agentes contra los microorganismos se remonta a la antigua China, hace más de 2 500 años, hicieron uso de la cáscara de la soja cubierta de moho para tratar forúnculos y carbuncos.
Con posterioridad se describe, a la altura de 1877, que los investigadores franceses Pasteur y Joubert describieron las posibilidades que daba la aplicación clínica de los microorganismos como agentes terapéuticos. Sin embargo se considera que fue Ehrlich el primero en enunciar los principios de la toxicidad selectiva que vimos con anterioridad. También le corresponde la descripción del desarrollo de mecanismos de resistencia, es decir, que los agentes para el tratamiento perdían su virtud.
En 1934, Dogmak describe la acción de la primera sulfonamida hecho que se considera dio inicio a la era moderna del uso de los antimicrobianos. Sin embargo la llamada «Edad de Oro» de los antibióticos se inició en 1941 con el desarrollo de la producción de la penicilina a escala industrial y su aplicación con resultados satisfactorios en los ensayos clínicos producto de los espectaculares resultados de Sir Alexander Fleming, bacteriólogo y premio Nóbel del Reino Unido que descubrió la penicilina.
Pero, a fin de cuentas ¿que son los antibióticos?
El termino antibiótico procede del griego, donde “anti” significa en “contra” y “bios”, “vida”. De esta forma, con un acercamiento simplista, nos conduciría a pensar que va contra la vida. Y no es menos cierto que si se absolutiza sería incorrecto así valorarlo, pero en esencia no se aleja de la realidad que antibiótico se denomine a compuestos de naturaleza química que se utilice para eliminar o inhibir el crecimiento y multiplicación de organismos causantes de enfermedades infecciosas.
Y no podemos aceptar que se trata de ir en contra de la vida pues la mayoría de los antibióticos no causan efecto alguno en los seres humanos o animales, a diferencia de los microorganismos sobre los que actúa donde se pone de manifiesto un eficaz efecto toxico que nos permite utilizarlo como arma en el tratamiento de algunas enfermedades infecciosas. Esto es lo que conoce como toxicidad selectiva al actuar contra los organismos invasores y no en contra de animales o seres humanos.
Después de este acercamiento al tema podríamos pensar que después de los antibióticos todo está resuelto con las enfermedades infectocontagiosas.
Hasta donde llega la verdad en esta afirmación…
El uso de los antibióticos en la actualidad, permite un eficaz tratamiento de infecciones bacterianas agudas y algunas crónicas, como es el caso de la tuberculosis.
Sin embargo, nada hay más lejano a la realidad ya que durante los últimos 30 años han surgido un conjunto de hechos que no garantizan que se logra mantener los resultados iniciales que condujeron a la euforia de haber logrado el control de las infecciones bacterianas.
Actualmente se calcula que en el orden del 40 % de todas las personas hospitalizados reciben tratamiento con antibióticos, de ahí que en los últimos años, quizás como consecuencia de su amplio uso, se registra el aumento de la resistencia de los gérmenes. Y más que el uso se debe al abuso de la aplicación de tratamientos a base de antibióticos.
Si son tan eficaces los antibióticos como se puede explicar la resistencia a su acción
Pues muy sencillo, la capacidad de adaptación. Dice el viejo refrán que “los dinosaurios perecieron porque no fueron capaces de adaptarse”. El hombre es la mejor expresión de la capacidad de adaptación…pero las bacterias no se quedan atrás en esta historia.
Así tenemos que puede existir dos tipos de resistencia. Natural o adquirida. La natural cuando es una característica específica de algunas bacterias. En tanto la adquirida es cuando se adquiere al ponerse en contacto con los antibióticos. Y este fenómeno de resistencia bacteriana a los antibióticos es lo que da lugar a las llamadas superbacterias.
Como abordar la posible solución a este acuciante problema de la medicina contemporánea será tema de próximos artículos.